viernes, 6 de enero de 2012

El temor de un hombre sabio, de Patrick Rothfuss

...hace unos meses apareció la segunda parte de la trilogía, y todo rastro del equilibrio de la primera novela ha desaparecido. Esta es una novela de género sin paliativos y, a diferencia de la primera entrega, aquí la fantasía pasa al primer plano. Imagino que los seguidores del género estarán encantados, pero a mí personalmente me ha decepcionado. No quiero decir con esto que sea mala: desde mi punto de vista, el talento narrativo de Rothfuss es incuestionable, y la novela tiene momentos y pasajes realmente buenos. Sin embargo creo que le falta un hervor.

No sé si será así o no, pero mi conjetura de por qué este cambio es esta. Aparte de ser una ópera prima (en las que según Mario el autor echa el resto porque quiere deslumbrar y porque lleva muchos años madurándola), yo creo que esas constantes reescrituras durante años, probablemente muchas de ellas consecuencia de distintas críticas, convirtieron el relato original (que desconozco) en la novela que fue. Y se nota en que posee una fuerte coherencia, pese a que está dividida en claros episodios diferenciados. Esta segunda novela se ha escrito, por una lado, bajo una fuerte presión editorial por sacarla al mercado (su fecha de publicación se retrasó al menos un par de veces), y por otro, con la garantía de que iba a ser un éxito comercial fuera como fuera. En esas circunstancias el perfeccionismo está fuera de lugar.

Esto ha tenido tres consecuencias (malas) en la novela. La primera, que esta se ha convertido en una serie de relatos débilmente relacionados. Da la impresión, de hecho, de que se podía haber empezado y terminado en cualquier parte, o incluso haberse dividido en más novelas si el autor no hubiese avanzado en la primera que iba a ser una trilogía. La segunda, que carente de presión sintética (los amantes del género aprecian las novelas tochas), el autor ha decido incluirlo todo, absolutamente todo, en la novela (incluso, creo yo, partes que debió cortar de la primera), con el resultado de que en el ladrillo de más mil doscientas páginas hay largos pasajes claramente superfluos y sumamente aburridos que, convenientemente sintetizados o eliminados, lo habrían reducido en al menos cuatrocientas páginas (si no más), y otros están estirados más de la cuenta (pormenorizados relatos de aprendizaje, exasperantes relaciones amorosas que nunca llegan a cuajar, prolijas relaciones de mezquinos enfrentamientos con personajes "malos"...) y resultan muy cansinos. Y finalmente, cautivados ya por la primera novela todos los fans de la literatura fantástica y conociendo su fidelidad, el autor (al parecer uno de ellos) ha salido definitivamente del armario no precisamente haciéndoles guiños, sino directamente brindándoles un genuino ejemplar del género. Con ello casi nos ha perdido a los demás.

¿La recomiendo? No sé. No es tan terrible que no se pueda leer (aunque hay ratos que te dan ganas de saltarte capítulos) y tiene pasajes brillantes. Por otro lado, como ya he dicho, el talento narrativo del autor está presente a lo largo de la novela. Pero honestamente, a mí se me ha atragantado un poco. Al final (es decir, ¡en las últimas quinientas o seiscientas páginas!) he tenido que esprintar para acabarla cuanto antes y pasar a otra cosa. Esto, más que nada, os dará una idea más cabal de lo que me ha parecido: dejarla era excesivo, pero la lectura ya no era especialmente placentera. No obstante, si os habéis leído la primera no vais a poder evitar leer esta, así que...

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