sábado, 31 de marzo de 2012

La playa de los ahogados, de Domingo Villar

El protagonista de esta historia es Leo Caldas, un policía gallego de origen y de carácter, para quien una frase que comience con "Nada..." es una invitación a escuchar. Su ayudante, Rafael Estévez, para quien "nada" no significa más que eso, ofrece el contrapunto de frontal sinceridad, lo que lleva a constantes choques entre los dos modos de actuar y pensar. Ambos personajes fueron presentados en una entrada anterior de este blog, donde se comentaba la primera novela de Villar, Ojos de agua.

El cadáver de un marinero del pueblo aparece en la playa. Aparentemente es un suicidio, explicación que satisface a la mayor parte de los que lo conocían. Pero hay un detalle que no encaja: las bridas que atan sus manos están ajustadas por la parte de los meñiques, así que no es posible que lo haya hecho solo. Este es el principio de la investigación, que nos lleva a naufragios pasados, relaciones rotas, casualidades y motivaciones que se van desvelando, en una historia aderezada con supersticiones, costumbres marineras y la desconfianza de los habitantes de Panxón.

Creo que es la primera vez que leo una novela de detectives, y constato que el género no me apasiona. Sospecho que no en balde es la primera... Ello no obstante, me ha resultado entretenida y tiene algunos detalles que me han gustado. Por ejemplo, los pequeños capítulos en que está dividida comienzan con una palabra a la que siguen varias de sus definiciones de diccionario: cabo, espera, reconocer, hueco, exposición... Todos son términos polisémicos que, de forma coherente, en más de un sentido podrían anunciar hacia dónde se mueve la historia. El lector puede probar a anticipar lo que va a suceder, en un juego que me gusta. También he apreciado el hecho de que todos los personajes son bien distintos, de forma que ni una de las relaciones que se plantean es fácil: Caldas con su padre o con su zaragozano ayudante, los marineros entre ellos, con sus mujeres o con los vecinos. La novela transpira un fuerte aroma de pueblo pequeño mezclado con salitre, y supongo que también de carácter gallego. Asumo que Villar conoce su tierra y a sus paisanos, y nos transmite ese conocimiento a través de diálogos y gestos en ocasiones sutiles. No hay muchas descripciones, pero me he hecho una buena idea del ambiente a través de las actitudes.

Esta segunda novela de Villar es lectura amena y un tanto adictiva. Aunque no tengo mucho con qué comparar, creo que puede gustar a los que disfruten con este género.

La secta pedagógica, de Mercedes Ruiz Paz


Hace un tiempo durante un viaje a Málaga un colega me comentó de la existencia de un librito muy peculiar que hablaba del timo al que se ha visto la sociedad española por parte de los pedagogos. La discusión vino a cuenta del famoso espacio europeo de educación superior y toda la sarta de tonterías que nos hemos visto “obligados” a hacer (afortunadamente en la Universidad de Sevilla son muy flexibles a ese respecto). En este librito la autora nos describe cómo los pedagogos se han adueñado de la enseñanza de primaria, secundaria y bachillerato en España. Os pongo la contraportada:
Procediendo de igual modo que las sectas, la pedagogía hizo creer a los maestros que poseía en exclusiva la verdad absoluta sobre la educación. Fue un discurso inicial tan lejano a lo conocido y tan paralizante que cuando se pudo reaccionar contra él ya había adquirido rango de ley. Su implantación se hizo, como también es habitual en los procesos de captación sectaria, imponiendo un nuevo lenguaje que incorpora inevitablemente la ideología oculta que alimenta todo el proceso.
Mercedes Ruiz Paz, autora de la pequeña revolución que suspuso su anterior obra Los límites de la educación, analiza implacablemente los recursos de los que se ha valido la industria pedagógica para mantenerse en un rentable control del mundo de la enseñanza. El desprecio a la razón en favor de la consigna; el asalto demagógico a la legislación; la apelación a las toscas emociones de apego a aldea y campanario, y la apropiación indebida de la situación de inmigrantes y discapacitados para fines exclusivamente comerciales, son factores sospechosamente idénticos a los que caracterizan la conducta de las sectas. Se hace urgente la desprogramación del mundo de la enseñanza.
El libro es muy bueno. Obviamente es imposible que coincidamos con todos los puntos de vista de su autora, quien por cierto es maestra de escuela, pero seguro que con la gran mayoría de ellos. De manera magistral en el Capítulo 1 nos cuenta por qué considera a los pedagogos una secta. Entre sus argumentos está la invención de un lenguaje propio que solo los miembros entienden. Los ejemplos son geniales (yo he estado en varias reuniones del claustro el consejo escolar del cole de mi hijo y puedo dar fe del vocabulario, del que no me enteraba de nada y constantemente tenía que pedir traducciones al castellano de toda la vida). El capítulo 4 dedicado a la influencia en la educación de los nacionalismos autonómicos es revelador. Os dejo un link muy interesante sobre el libro y os recomiendo su lectura.

Que lo disfruten.

Conspiración, de Robert Harris

Hace unos meses reseñé el libro Imperium, de Robert Harris, primera parte de una trilogía sobre la vida de Cicerón, el famoso abogado, político y escritor romano. Esta vez toca relatar los hechos ocurridos durante el año de mandato como cónsul (jefe del parlamento) de Cicerón.

He aquí su contraportada:
Cegado por la ambición, seducido por el poder, destruido por Roma. Año 63 a. C. Cicerón ha sido nombrado cónsul de Roma, el cargo más alto de la República, tras una ascensión turbulenta hasta la cima que le ha granjeado los peores enemigos. Así, su política se ve condicionada por las intrigas y conspiraciones a su alrededor, que convierten la capital del Imperio en un verdadero laberinto de poder. En semejante escenario, Cicerón debe enfrentarse a Julio César, un joven líder que busca el favor del vulgo, y a Catilina, un personaje sibilino, conspirador y maquiavélico. Son años de disputas, complots y ambiciones desmedidas que marcarán el rumbo de Roma e inscribirán el nombre de sus protagonistas en la Historia. Una novela brillante que ilumina una época de conjuras e intrigas políticas que supondrán el declive de la República romana. Conspiración recrea de forma magistral la vida de Cicerón, uno de los personajes más fascinantes de la antigua Roma, y consagra a Robert Harris como una de las figuras más destacadas de la ficción histórica. «Pocas veces se ha evocado la República de Roma, con toda su grandeza y corrupción, de una manera tan viva como en la novela de Robert Harris.» The Times. «La versión de Robert Harris de la deslumbrante figura de Cicerón es de una riqueza y un entretenimiento admirables.» The Guardian.
Con este libro, también narrado por Tiro, el secretario esclavo de Cicerón, Harris describe con gran maestría, la vida política de la República de Roma, ya en decadencia absoluta y casi controlada por Julio César. El libro se centra en una conspiración urdida por César (y otros, menos importantes) para hacerse con el control de la República. Cómo van urdiendo el plan y cómo Cicerón, quién en un principio sale victorioso del complot urdido para acabar con su vida, y la República, finalmente es vencido y tiene que ir al exilio. El libro está bien escrito, los personajes siguen siendo creíbles, y la historia termina… y te deja con ganas de más. A ver si aparece la tercera parte de la entrega y vemos como sale de esta nuestro protagonista.

jueves, 22 de marzo de 2012

El corredor del laberinto, de James Dashner

Lo que tiene leer en el Kindle es que no discriminas. Andaba yo sobrecargado de lecturas sesudas y me busqué alguna que tuviera pinta de ligera. Esta no pintaba mal. Las reseñas decían esto:

«Bienvenido al bosque. Verás que una vez a la semana, siempre el mismo día y a la misma hora, nos llegan víveres. Una vez al mes, siempre el mismo día y a la misma hora, aparece un nuevo chico, como tú. Siempre un chico. Como ves, este lugar está cercado por muros de piedra… Has de saber que estos muros se abren por la mañana y se cierran por la noche, siempre a la hora exacta. Al otro lado se encuentra el laberinto. De noche, las puertas se cierran… y, si quieres sobrevivir, no debes estar allí para entonces». 

Y yo me dije "esto va a ser como The Cube", una película que no está nada mal, por cierto. Si no la habéis visto, la cosa va de que unos tipos aparecen de pronto dentro de una celda cúbica, sin saber por qué ni quién los ha metido allí. Y enseguida se percatan de que en el centro de las seis caras de la celda hay sendas trampillas que conducen a celdas cúbicas similares a aquélla en la que se encuentran. La peli no tiene grandes actores ni profundos diálogos ni una dirección brillante, pero mantiene bastante bien la intriga y, vista retrospectivamente, resulta una bonita metáfora de la ciencia. Durante un rato los individuos no progresan porque se hacen las preguntas equivocadas en un mundo que no entienden. Se preguntan por qué están allí y quién los ha metido. Un poco como la era de la Escolástica, cuando las preguntas eran "¿por qué caen los cuerpos?" y cosas por el estilo. Pero al rato las preguntas empieza a cambiar de por qué a cómo: cómo funciona el mundo en que se encuentran, cuáles son sus leyes y cómo usarlas para salir de allí. Haciéndose las preguntas correctas empiezan a encontrar regularidades, patrones... leyes de ese mundo desconocido. Por el camino muchos mueren. Como en la ciencia: desconocer es lo que tiene, y si no que se lo pregunten a Madame Curie. Y (atención, esto es un spoiler) tiene un cínico punto de conexión más con el conocimiento científico: al final todo el conocimiento acumulado que consigue desentrañar el mecanismo del laberinto y llegar a la salida sirve para que el idiota sea el único que se escape.

¿Por qué os cuento esto si este no es el blog de Alex? Pues para que la entrada os sirva de algo, porque el libro es una mierda. Está a años luz de la película, su intriga y las sutilezas metafóricas de su trama: su historia es tonta, los personajes insulsos, a ratos da vergüenza ajena y la resolución resulta más que decepcionante. O sea, un Lost. Después, indagando un poco los blogs que la ponen bien, me he percatado de que es una "novela juvenil", y eso tiene que ver con lo que os decía al principio de discriminar poco. Aunque para ser justos, yo creo que la novela es mala incluso para adolescentes. Tiene segunda y tercera partes, una traducida y la otra casi a punto (es, como no, una trilogía, eso sí, comparable en calidad a las películas 1, 2 y 3 de Star Wars). Y os preguntaréis con toda razón: "¿y si es una mierda, para que le haces una entrada del blog?" Pues muy sencillo: he leído en la reseña del autor al final del libro que la 20th Century Fox ha comprado los derechos para hacer la peli. Y al precio que van las entradas, creedme, me vais a agradecer el ahorro.

martes, 20 de marzo de 2012

Evolution in four dimensions, de Eva Jablonka y Marion J. Lamb

Por mucho que intenten venderlo como tal, decir que este libro es de divulgación sería como decir que El Origen de las Especies también lo es. Evolution in four dimensions es una completa revisión de la teoría evolutiva, de un calado tal que obliga a replantearse el "simple" esquema de replicador, mutación y selección. El argumento principal del libro es que en los mecanismos que generan la variabilidad hay mucho, muchísimo más que un puñado de cambios fortuitos en los genes. Por eso sus autoras califican su teoría de neolamarckista, pese a que se declaran darwinistas convencidas (ya expliqué en otra entrada que no hay contradicción en eso) y a que admiten que, hasta donde se sabe (o se sabía hace siete años), no hay mecanismo conocido de trasvase de mutaciones del soma a la línea germinal en seres de reproducción sexual. La idea es mucho más profunda. Lo que defienden las autoras de este libro es que la transmisión de caracteres adquiridos actúa mediante mecanismos mucho más sutiles, variados y poderosos que ese. De hecho, incluso si ese trasvase a la línea germinal se descubriera, no sería sino una anécdota dentro del esquema general de mecanismos que dotan de plasticidad a los seres vivos.

La primera parte del libro describe con todo detalle esas cuatro dimensiones de la evolución: la genética, la epigenética, la etológica y la simbólica. Y en todas ellas las autoras nos hablan de los mecanismos que originan la variabilidad. Hay muchas sorpresas (al menos para mí) en esta parte, donde uno aprende cómo el genoma focaliza y "tunea" la mutación, concentrándola en ciertas regiones y ajustando su tasa, aprovechando para ello los defectos de los mecanismos reparadores de ADN (siempre a base de selección darwiniana, por supuesto). También descubre uno las variadas formas (metilación, marcas en la cromatina o un sistema de cadenas de ARN especiales) en que el genoma se modifica a sí mismo (en su mayor parte actuando sobre su regulación), lo que causa, entre otras cosas, la diferenciación celular. Algunas de estas marcas se transmiten, de hecho, a la siguiente generación, transmitiendo de este modo algunas de las adaptaciones adquiridas en la vida del individuo (es, tal vez, el mecanismo más claramente lamarckiano). Aprendemos que no sólo heredamos el ADN: la membrana celular, por ejemplo, se replica a sí misma, no la produce el ADN, y con ella hay muchos otros elementos no genéticos que se transmiten (por ejemplo la mitocondria).  Y sorprende no menos saber que la alimentación materna influye en las marcas genéticas que se transmiten a la progenie, con las cuales se influye, entre otras cosas, en la inclinación o el rechazo hacia ciertos alimentos. Pero no solo: las adaptaciones "culturales" (a una nueva forma de vida en un nuevo nicho, por ejemplo) o simbólicas (a través del lenguaje y todo el entorno "virtual" que éste conlleva) hacen que surjan adaptaciones totalmente  nuevas con el paso de las generaciones.

Ahora bien, aunque ya se apunte algo en esta primera parte, el meollo de la teoría aparece claramente expuesto en la segunda parte del libro, donde se describen las interacciones entre estas cuatro dimensiones de la evolución; donde se nos cuenta cómo no solo los cambios genéticos inducen cambios fenotípicos o culturales, sino que también los cambios culturales y los epigenéticos acaban modificando los genes de manera que se asimilen, cumpliendo así con el principio lamarckiano de adquisición de caracteres a través de su uso. Y aquí es donde llegamos al punto filipino. La clave de todo el asunto es la capa de regulación que se interpone entre el genotipo y el fenotipo. Me explico. A un genotipo no le corresponde un fenotipo como si del número de referencia de un catálogo se tratara, sino que aquél se expresa en este porque hay un complejísimo entramado de interacciones entre proteínas que son producidas por los genes y que a su vez activan o inhiben genes, y de resultas de todo aparece un individuo con todos sus caracteres resultantes. La existencia de esta capa de regulación conlleva varias cosas. Por un lado, el fenotipo resulta muy robusto a cambios en el genotipo; o dicho de otro modo, hay una enorme redundancia en el genoma. Hay montones de genes que no se expresan, y montes de ellos que da igual que se expresen o no (esto explica por qué el knock out de genes a veces da como resultado que el 80% de los genes parecen no hacer absolutamente nada). Como siempre, esta redundancia hace que haya muchos individuos fenotípicamente iguales que, sin embargo, tienen genotipos muy diferentes. Y por otro lado, el ambiente ejerce una influencia decisiva en el sistema regulatorio y, por tanto, condiciona de forma clave el fenotipo, de manera que individuos con idéntico genotipo pero sometidos a distintos ambientes expresan fenotipos diferentes. Y la etología, el entorno cutural y el simbólico son parte fundamental de ese ambiente que condiciona el fenotipo. Esta es, para mí, la idea clave. Debido al estress inducido por un cambio (voluntario o no) en el ambiente el sistema regulatorio se altera, caracteres dormidos se activan, y descendientes de individuos que eran fenotípicamente iguales empiezan a mostrar diferencias en multitud de caracteres. En ese momento entra en juego la selección rescatando las variedades más aptas, de manera que, tras unas cuantas generaciones, los individuos han experimentado cambios adaptativos irreversibles que los hacen más adecuados para el nuevo entorno en que se desarrollan. La rapidez a la que esto ocurre no es ni siquiera comparable a la lentitud con la que actúa el clásico mecanismo de mutación aleatoria.

El libro es un ensayo magnífico, bien argumentado, bien sustanciado con experimentos, ejemplos y datos, y el resultado es un enfoque radicalmente nuevo de la teoría evolutiva. Un nuevo planteamiento que pide a gritos la elaboración de modelos que hagan encajar las piezas y permitan aportar una descripción cuantitativa del mismo. Porque ante este esquema de cosas, la genética de poblaciones se queda muy corta. Varios mensajes me han quedado claros de este libro. Entre ellos, que tengo que leer los trabajos de Waddington y que ya no puedo posponer más leer The origins of order, de Kauffman (para lo que tendré que armarme de valor porque es un ladrillo). En definitiva, Evolution in four dimensions es una lectura obligada para todo aquél que quiera tener una opinión solvente sobre la evolución.

P.D.: Para saber más del libro y de la teoría que defiende, nada mejor que oír a Eva Jablonka defenderlo.