lunes, 31 de diciembre de 2012

Fin, de David Monteagudo

En pocas palabras, acabo de leer un “Perdidos”. Resumo brevemente el argumento. Una panda de examigos, todos cuarentones sobrados, que no se ven desde hace años, se reúnen de nuevo en una excursión de fin de semana en mitad del monte —donde iban con frecuencia— para cumplir una promesa que se hicieron hace veintitantos años. Cuando se separaron lo hicieron de mal rollo, jugándole una mala pasada a uno de ellos, un tipo un tanto meapilas. A la reunión asisten todos menos éste, que a pesar de haber jurado que vendría, finalmente no aparece. La primera noche hay un extraño resplandor y todos los aparatos eléctricos dejan de funcionar. Y a partir de ese momento, lo que era una reunión de examigos se convierte en una desesperada odisea de supervivencia.

jueves, 27 de diciembre de 2012

Thinking, fast and slow, de Daniel Kahneman

Este libro, de reciente publicación (2011), recoge los hallazgos de toda una vida del psicólogo de la conducta Daniel Kahneman. Kahneman recibió el Nobel de Economía en 2002 por sus trabajos conjuntos con Amos Tversky (fallecido en 1996) que condujeron a la teoría de la expectativa, formulada en 1979. Por sorprendente que parezca, la teoría de la expectativa es simplemente una formalización del hecho (que yo creo que a todos nos resulta natural) de que las ganancias o las pérdidas no tienen sentido en valor absoluto sino que dependen del punto de referencia. En otras palabras, no nos resulta igual de interesante ganar 1000 € cuando sólo se tienen otros 1000 € que cuando se tiene un millón de €. Parece obvio, pero los economistas en 1979 (y muchos hasta hoy) estaban anclados en la teoría de la utilidad, es decir, que tomamos decisiones estratégicas para maximizar nuestras ganancias, independientemente de nuestra condición inicial. Kahneman y Tversky mostraron que este comportamiento era así mediante numerosos experimentos hasta acumular evidencia abrumadora en favor de su teoría. El que el libro me lo recomendase mi anfitrión en Cambridge del pasado verano, el prestigioso economista Sanjeev Goyal, es una prueba más de la aceptación que finalmente han conseguido estas ideas entre los economistas "mainstream".

lunes, 24 de diciembre de 2012

Seda, de Alessandro Baricco

¡Qué grande es esta pequeña novela! O cuento, o lo que sea... La empecé a leer con escepticismo y me enganché en la primera página. Brevemente, es la historia de Hervé Joncour, un francés de mediados del siglo XIX que vive en un pueblecito (Lavilledieu) de comprar y vender huevos de gusanos de seda. Al principio viaja al norte de África a comprarlos y su vida transcurre tranquila y sin sobresaltos en compañía de su mujer. Pero una enfermedad en los gusanos de seda le obliga a llegar hasta Japón para que no se detenga una industria de la que depende todo el pueblo. En Japón conoce a la concubina del señor feudal que le vende los huevos y, pese a no intercambiar palabra ni mostrarlo en modo alguno, queda prendado de ella. Así comienza una extraña historia de amor que parece una cosa y luego es otra, y que se resolverá de una forma totalmente inesperada.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Las muertas, de Jorge Ibargüengoitia

Encontrar a este novelista mexicano (que no vasco) ha sido todo un hallazgo. Ibargüengoitia nació en Guanajuato en 1928 y murió en Mejorada del Campo, en el famoso accidente  aéreo de Avianca en 1983. Por desgracia su obra cayó en el olvido a este lado del Atlántico hasta que, con motivo de su octagésimo cumpleaños, varias editoriales reeditaron algunos de sus libros. Gracias a eso y al incansable esfuerzo difusor de la cultura de incontables internautas anónimos, ha llegado a mis manos la novela que hoy traigo al blog.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Sostiene Pereira, de Antonio Tabucchi

Sostiene Pereira es una de esas pequeñas joyas que nos da la literatura de cuando en cuando, como Bartleby, el escribiente, o La vida ante sí. Son cortas, en apariencia sencillas —al menos fáciles de leer—, y narran una historia muy ligada a un personaje. En realidad, más que novelas son cuentos, de mayor o menor extensión. Y lo son no solo por esto, sino sobre todo por su concepción narrativa: el foco unipersonal, la carencia de detalles superfluos, la creciente tensión narrativa, el clímax final... Sostiene Pereira tiene todo eso. El propio Tabucchi cuenta al final, en una apostilla a la décima edición del libro, que el personaje de Pereira le fue a visitar una noche de 1992 en un sueño. Era el trasunto de un periodista exiliado de Portugal que había conocido hacía algunos años y a cuyo entierro asistió a su muerte. Pereira le contó su historia y Tabucchi la escribió en dos meses.

domingo, 2 de diciembre de 2012

La marca del meridiano, de Lorenzo Silva

Sexta entrega (dejando aparte la colección de relatos cortos) de la pareja de detectives picoletos.  Y galardonada, además, con el Planeta 2012. No voy a entrar a valorar el premio. De todos es sabido que se desprestigió bastante cuando se descubrió que en varias ocasiones estuvo amañado. La sospecha cundió cuando empezaron a recibirlo una retahíla de novelistas consagrados. No voy a afirmar que en todos esos casos hubo fraude, entre otras cosas porque no lo sé. Además, muchos de esos escritores ganaron el premio con grandes novelas, con lo que, si lo hubo, al menos ellos cumplieron su parte con creces. Es el caso de Torrente Ballester o de Vargas Llosa. Hubo otros, en cambio, que dieron el cante. Cela fue el más notorio, porque en su caso ni siquiera hay certeza de que él mismo escribiera la novela. Silva es un autor consagrado y eso, dados los antecedentes, da que pensar. Parafraseando al Marqués de Ahumada —con una cita extraída de esta misma novela—, el prestigio «una vez perdido jamás se recupera». En descargo de Silva he de decir que, en todo caso, con esta novela entraría honradamente en el primer grupo de autores. Recaiga, pues, la duda en la editorial que convoca el premio.