jueves, 30 de agosto de 2012

La vida ante sí, de Émile Ajar

La única actitud sensata ante la fatalidad es el humor negro, y en ese género esta novela es una obra maestra.

Dejadme que os hable primero del autor. Émile Ajar es, en realidad, el pseudónimo de Romain Gary, el único escritor que ha ganado dos veces el premio Gouncourt, que sólo puede concederse una vez: una en 1956 como Romain Gary, por Las raíces del cielo, y otra en 1975 como Émile Ajar, por esta novela. Gary inventó un personaje para dar cuerpo al autor de La vida ante sí, a la manera del Kaplan de Con la muerte en los talones, y consiguió intrigar a todo el público. Tuvo que hacer que su cuñado apareciese ante al prensa como Émile Ajar para darle una cara al enigmático autor. Romain Gary era ruso y nació en 1914 en Moscú, como Roman Kacew. Valentí Puig, el prologuista de esta edición, lo describe así:

domingo, 26 de agosto de 2012

El conquistador, de Federico Andahazi

De Federico Andahazi ya he comentado en este blog El anatomista, un libro que me gustó bastante; así que cuando cayó en mis manos esta otra novela suya, bastante más reciente, me animé a leerla. El argumento no pinta mal: es el descubrimiento de América al revés. Entra dentro de un nuevo género literario que se está fraguando (al menos últimamente he visto más novelas que tienen similares planteamientos) y que podríamos llamar “Historia-ficción”, o sea, ¿cómo habría sido la Historia si...?

Blanco nocturno, de Ricardo Piglia

El premio Rómulo Gallegos es un prestigioso galardón que han recibido escritores como Mario Vargas Llosa, por La casa verde (1967), Gabriel García Márquez, por Cien años de soledad (1972), Carlos Fuentes, por Terra nostra (1977), Javier Marías, por Mañana en la batalla piensa en mí (1995), o Roberto Bolaño, por Los detectives salvajes (1999). Por la calidad de los autores y de las obras premiadas no cabe duda de que se trata de un premio importante que hay que tomarse en serio.

jueves, 16 de agosto de 2012

La devoción del sospechoso X, de Keigo Higashino


Siguiendo en la línea de compaginar el trabajo con la lectura decidí seguir con novelas policíacas. Esta vez tocó a esta novela nipona. Su contraportada:
Yasuko Hanaoka, madre soltera y divorciada, pensaba que por fin se había librado de su ex marido. Pero cuando éste aparece un día ante su puerta, en un complejo de apartamentos en Tokio, la escena se complica y el ex marido acaba muerto en su casa. Madre e hija lo han estrangulado.
De pronto, Ishigami, el enigmático vecino de la puerta de al lado, se ofrece a ayudarles a deshacerse del cadáver y buscar la coartada perfecta. Yasuko, desesperada, acepta de inmediato.

viernes, 10 de agosto de 2012

Muerte de una heroína roja, de Qiu Xiaolong


Después de terminar Límite, de Frank Schätzing, donde el autor imaginaba una China en 2025, pero describía parte de la trayectoria de la misma —las represiones, la revolución cultural, etc.—, decidí leerme una novela ambientada en China. Entonces recordé esta novela que, por cierto, fue unas de las primeras que tuve en formato electrónico (incluso antes de comprarme el kindle). Esta es su contraportada:
Muerte de una heroína roja es mucho más que una historia de detectives. Es un elegante retrato de la verdadera vida en la China hoy, llena de contrastes y contradicciones, dividida entre las tentaciones capitalistas y la hegemonía tambaleante del Partido. Una radiografía sutil de la China de la transición, captada a través de una multitud de historias particulares, y una apasionante inmersión en la historia, la cultura, la tradición poética y gastronómica, y la vida cotidiana de la sociedad china.

martes, 7 de agosto de 2012

Doña Flor y sus dos maridos, de Jorge Amado

Corría el año 1987 y la tele (entonces era simplemente "la tele", con su canal normal y su UHF y ya) había incorporado recientemente a su programación un producto nuevo que estaba causando furor y que traería larga cola: el culebrón sudamericano. En un denodado ejemplo de eclecticismo, los directivos de Prado del Rey cruzaron la frontera lingüística y consideraron los culebrones brasileños —con doblaje perpetrado del portugués al castellano— tan válidos como los venezolanos para desatar el ansia lacrimógena del país. Y así, en el mencionado año de 1987, tras los éxitos de Cristal y Los ricos también lloran, la programación vespertina de la tele empezó a emitir los ciento y pico capítulos de Gabriela, clavo y canela. A los más talludos lectores de este blog tal vez les suene esta sintonía.