domingo, 29 de junio de 2014

Oceánico, de Greg Egan

Greg Egan es un autor de ciencia ficción no demasiado conocido. Yo lo descubrí hace años con su novela Ciudad Permutación, aunque ya no recuerdo por qué razón decidí leerla o quién me la recomendó. Egan es matemático e informático, y un escritor de ciencia ficción «dura», es decir, de aquella que plantea cuestiones científicas de manera solvente —evitando saltos al hiperespacio, teleportaciones y otras «habilidades» similares, frecuentes en la literatura del género. Para mi disgusto, tiene debilidad por la física de altas energías y toda su parafernalia metafísica; pero al mismo tiempo, es capaz de plantear cuestiones filosóficas de calado. Así ocurría en Ciudad Permutación, y fue el aspecto de la novela que más me gustó. Sin embargo, como novela, Ciudad Permutación hacía aguas por diversas razones, entre ellas la falta de una trama sólida y la inconsistencia de sus personajes.

martes, 24 de junio de 2014

Los cuerpos extraños, de Lorenzo Silva

Terminada de leer esta séptima novela de la saga Bevilacqua-Chamorro, parece un buen momento para abandonarla definitivamente, dado que está claro que no da más de sí. Esta vez la pareja (extendida, porque desde hace un par de novelas el equipo cuenta con más gente) se enfrenta a un crimen con un trasfondo de corrupción política. La trama no es ni más ni menos interesante que cualquier otro crimen novelístico (si acaso algo oportunista), pero su resolución, como viene ocurriendo en las últimas novelas, descansa sobremanera en un despliegue de «magias» tecnológicas a la manera de un capítulo del CSI, donde siempre hay un liquidito morado que detecta la pista clave. Escuchas autorizadas a tutiplén a quien sea menester; ordenadores hackeados como el que abre un bote de colacao; subalternos que curran como y cuando haga falta, y que ríete tú de los de Grissom, y colaboración local sin reservas. Razones, éstas, similares a las que hicieron que dejara de ver el CSI o a las que me hacen evitar la literatura fantástica (donde una pócima adecuada obra milagros). Sé que todo esto tiene su  público, porque vivimos una edad de oro de las historias de crímenes (series, novelas, películas...) y a mucha gente le va el rollo (a mi señora, sin ir más lejos), pero yo no me cuento entre ellos.