Greg Egan es un autor de ciencia ficción no demasiado conocido. Yo lo descubrí hace años con su novela Ciudad Permutación, aunque ya no recuerdo por qué razón decidí leerla o quién me la recomendó. Egan es matemático e informático, y un escritor de ciencia ficción «dura», es decir, de aquella que plantea cuestiones científicas de manera solvente —evitando saltos al hiperespacio, teleportaciones y otras «habilidades» similares, frecuentes en la literatura del género. Para mi disgusto, tiene debilidad por la física de altas energías y toda su parafernalia metafísica; pero al mismo tiempo, es capaz de plantear cuestiones filosóficas de calado. Así ocurría en Ciudad Permutación, y fue el aspecto de la novela que más me gustó. Sin embargo, como novela, Ciudad Permutación hacía aguas por diversas razones, entre ellas la falta de una trama sólida y la inconsistencia de sus personajes.
Oceánico es un libro que compila tres relatos de mediana longitud de este autor. Lo que he dicho de su novela vale también para el planteamiento conceptual de estos tres cuentos y, lamentablemente, también adolecen de los mismos defectos. Susanna, a quien le gustó el libro más que a mí, lo espresó muy bien diciendo que da la sensación de que las narraciones de Egan tienen planteamiento y nudo, pero carecen de desenlace. Estoy de acuerdo. Y siguen careciendo de personajes. Esto, en un relato corto, no es tan grave como en una novela, pero las dos cosas juntas producen una sensación de bajona cuando acabas de leerlos. Un sentimiento algo así como «y todo esto... ¿para qué?». A mí, de los tres relatos (aunque tal vez debería decir de los tres planteamientos), el que más me ha gustado es el primero, homónimo del libro. Es, a mi modo de ver, el que suscita la cuestión más interesante y original de los tres. El tercero tampoco está mal, pero ya he visto películas y leído relatos de un contenido parecido. A Susanna le gustó bastante, según me dijo, pero sospecho que por razones espurias. El segundo me parece demasiado obvio y vulgar. Diría que prescindible.
No es un libro que yo recomendaría, porque se me hizo largo de leer (un relato de tres, y además el primero, es, además de una ordenación anticlimática, una tasa demasiado baja para que merezca la pena), pero reconozco que leer el primer cuento, Oceánico, pese a todos sus defectos, merece la pena (no en vano se ha escogido como título de la recopilación).
Oceánico es un libro que compila tres relatos de mediana longitud de este autor. Lo que he dicho de su novela vale también para el planteamiento conceptual de estos tres cuentos y, lamentablemente, también adolecen de los mismos defectos. Susanna, a quien le gustó el libro más que a mí, lo espresó muy bien diciendo que da la sensación de que las narraciones de Egan tienen planteamiento y nudo, pero carecen de desenlace. Estoy de acuerdo. Y siguen careciendo de personajes. Esto, en un relato corto, no es tan grave como en una novela, pero las dos cosas juntas producen una sensación de bajona cuando acabas de leerlos. Un sentimiento algo así como «y todo esto... ¿para qué?». A mí, de los tres relatos (aunque tal vez debería decir de los tres planteamientos), el que más me ha gustado es el primero, homónimo del libro. Es, a mi modo de ver, el que suscita la cuestión más interesante y original de los tres. El tercero tampoco está mal, pero ya he visto películas y leído relatos de un contenido parecido. A Susanna le gustó bastante, según me dijo, pero sospecho que por razones espurias. El segundo me parece demasiado obvio y vulgar. Diría que prescindible.
No es un libro que yo recomendaría, porque se me hizo largo de leer (un relato de tres, y además el primero, es, además de una ordenación anticlimática, una tasa demasiado baja para que merezca la pena), pero reconozco que leer el primer cuento, Oceánico, pese a todos sus defectos, merece la pena (no en vano se ha escogido como título de la recopilación).
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