La mayor parte de los relatos de ciencia ficción de los años 50 se caracterizan por tres elementos comunes. El primero es el escenario postapocalítico. La humanidad se ve enfrentada a algún tipo de desastre y la historia se centra en el mundo que emerge tras él. Es natural: la guerra fría ha hecho estragos en las conciencias; el sentir la espada de Damocles nuclear todos los días durante tanto tiempo ha vuelto a la gente pesimista y obsesiva respecto a qué pasará después (¡si hay un después!). Así que los autores de esa época se lanzan a recrear todo tipo de escenarios, en todos los cuales hay, además, una fuerte autocensura. La entrada dedicada a Cántico por Leibowitz reseñaba un magnífico ejemplo de esta literatura.