Neil Gaiman es un conocido escritor de novelas de fantasía, con relatos adaptados al cine (Stardust o Coraline, por nombrar un par) y novelas superventas que ya han sido reseñadas por aquí. Pero no fue siempre así. A finales de los 80, Gaiman era un joven periodista inglés que intentaba hacerse a duras penas un hueco como escritor en el mundo del cómic americano. Después de escribir varias obras menores, culminó con The Sandman una de las mejores series que ha visto el medio. Fue The Sandman la que le lanzó al estrellato, y me atrevería a decir que nada de lo que ha escrito Gaiman después (ni cómic ni novela) llega a los niveles que alcanzó en esta serie.
En el primer capítulo de The Sandman vemos cómo un grupo de ocultistas son capaces de hacer prisionero a Morfeo, el Sandman que da título a la serie. Morfeo, o Sueño, es el maestro de los sueños de los hombres. Es él quien diseña las pesadillas y quien se ocupa de que nuestros sueños funcionen correctamente. Después de liberarse de sus captores y recuperar el poder que se le ha robado, vuelve a su vida “normal” y distintos acontecimientos se van sucediendo hasta llegar a un punto de no retorno.
Sueño es uno de los Eternos, más antiguos y poderosos que los dioses. Los Eternos son una familia disfuncional de avatares de cualidades o aspectos de la vida humana, entre los que se encuentran Destino, Deseo, Desespero o Muerte (atención porque esta representación de la muerte es de las mejores que se han hecho jamás). A lo largo de la serie veremos a Sueño relacionarse con sus hermanos, y también con otros dioses de todos los panteones (en un rasgo que ha caracterizado casi toda la producción posterior de Gaiman): aparecen Odín y Loki, pero también los ángeles cristianos y Lucifer, Bast y Anubis, las Furias griegas, y un largo etcétera. Pero, como Sueño es inmortal, también hay relatos de varias épocas, con apariciones de personajes históricos como William Shakespeare u Octavio Augusto.
En la mayoría de las historias, Sueño actúa como secundario, cayendo el
protagonismo en humanos que se ven envueltos en tramas ajenas a ellos. La interacción entre la gente normal, de vidas grises y realistas, con el mundo onírico de Sueño, lleno de dioses, demonios y demás seres (que por otra parte sienten y sufren al igual que los humanos) le sirve a Gaiman para profundizar en la personalidad de Morfeo y mostrarnos sus virtudes y defectos.
Una de las cosas más interesantes de The Sandman es que Sueño no es un héroe al uso. Sueño es triste y melancólico, serio y borde en la mayoría de los casos. Es seco con sus subalternos, reservado con su familia, vengativo con gente que le ofende. Y, sin embargo, uno no puede dejar de entender su situación, y las decisiones que toma a lo largo de los 75 capítulos de que consta la serie (que mejora a cada número hasta el clímax final, a medida que Gaiman iba encontrándole el truco a contar una historia tan larga). Y también está el continuo juego de referencias a mitos clásicos, obras literarias e historia, que harán las delicias de cualquier gafitas.
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