Había una vez un Búho que quería ser escritor, y para aprender decidió leer todo lo que caía en sus manos. Un día, leyendo un libro aburrido, empezó a dar cabezadas pero, para su sorpresa, eso no le impidió enterarse del contenido. Así descubrió que a todos los libros les sobraban muchas palabras. Entonces decidió que él no las desperdiciaría y escribió un libro de fábulas sobre los demás animales. A los otros Búhos les gustaron tanto y alabaron tanto su libro que se hizo muy famoso y recibió un montón de premios. Y al final de su vida comprobó que, aunque había escrito de todo, su obra cabía en un bolsillo.
Y cuando murió, el Dinosaurio seguía estando allí.
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