Un día, navegando por internet, di con un blog cuyo autor afirmaba que Aura es un plagio de Los papeles de Aspern, de Henry James. Hace tiempo que dejé constancia en este foro de que Aura me reconcilió con Carlos Fuentes —de quien había renegado tras un intento fallido con Los años con Laura Díaz. Aura es un magnífico relato a pesar de que su lectura actual no tenga el impacto que pudo tener en su momento (el cine y la literatura nos han familiarizado demasiado con lo sobrenatural y nos han vacunado contra finales sorprendentes). Por eso me llamó la atención el comentario de este bloguero. Luego indagué un poco y vi que la opinión era secundada por bastante gente. Así que me impuse como tarea formarme mi propia opinión.
Gracias a ello he descubierto tres cosas: una, a Henry James, a quien, pese a ser uno de los grandes narradores ingleses del cambio de siglo (del XIX al XX, se entiende), nunca había leído; dos, este relato impresionante, y tres, que el bloguero (y quienes opinan como él) no tiene ni idea (ni de lo que es la creación artística ni de lo que es un plagio). En efecto, es clarísimo que este cuento inspiró a Carlos Fuentes. Las similitudes son muchas: un hombre se aloja en una casona señorial habitada por dos mujeres, una tía y una sobrina, cuyo comportamiento y relación con el mundo son muy extraños; la estancia del hombre tiene que ver con unos papeles antiguos; el hombre queda, de algún modo, atrapado por la opresiva atmósfera de la casa y por sus moradoras... Pero a pesar de las similitudes, la historia es completamente distinta. Aura es un relato fantástico, mientras que Los papeles de Aspern no se aparta del realismo. Es como si Fuentes hubiera leído el relato de James, se hubiera impregnado de su atmósfera y hubiera vislumbrado sus posibilidades para una relectura en clave fantástica. Los mismos elementos, pero una narración alternativa. Puede que incluso el propio relato se lo sugiriera, porque una de las cosas que hace grande este relato es que admite varias interpretaciones, y alguna de ellas pudiera tener elementos sobrenaturales.
Los papeles de Aspern es el cuento perfecto. Henry James construye la intriga mediante una sabia combinación de un ritmo controlado, una hábil dosificación de ambigüedades, y una atmósfera opresiva y extraña que consigue ambientando el relato en un antiguo palacio veneciano e introduciendo dos personajes femeninos cuyo comportamiento te hace dudar de si son seres reales o si se trata de dos fantasmas. El protagonista (y narrador) va a esa casa en busca de unas cartas que su admirado escritor Jeffrey Aspern escribió a su amada, la vieja que habita la casa. Sabe que no las puede conseguir directamente y por eso se las ingenia para que tía y sobrina lo alojen por un tiempo y así tener ocasión de hacerse con ellas. Pero aunque las suyas están claras, desconocemos en cambio las intenciones de las dos mujeres, así que constantemente tenemos la sensación de que el presunto burlador es en realidad una mosca acercándose a una tela de araña. El final es sutil, tanto que puede llegar a desconcertar porque, como ya he mencionado, admite varias interpretaciones, a cual más sugerente.
Así que, concluyendo, este es mi veredicto. Sobre el relato de James, que es uno de los mejores que he leído; uno de esos relatos universales (como Bartleby el escribiente o La biblioteca de Babel) creados por unos autores en estado de gracia y que dan ganas de releerlos de vez en cuando. Y sobre el “plagio” de Carlos Fuentes, simplemente que, contra lo que la gente cree (la falsa idea romántica de la “inspiración” creadora) la creación es así: se nutre de la tradición, de elementos conocidos, que combina y transforma para producir cosas nuevas. Al fin y a la postre, everyting is a remix.
Gracias a ello he descubierto tres cosas: una, a Henry James, a quien, pese a ser uno de los grandes narradores ingleses del cambio de siglo (del XIX al XX, se entiende), nunca había leído; dos, este relato impresionante, y tres, que el bloguero (y quienes opinan como él) no tiene ni idea (ni de lo que es la creación artística ni de lo que es un plagio). En efecto, es clarísimo que este cuento inspiró a Carlos Fuentes. Las similitudes son muchas: un hombre se aloja en una casona señorial habitada por dos mujeres, una tía y una sobrina, cuyo comportamiento y relación con el mundo son muy extraños; la estancia del hombre tiene que ver con unos papeles antiguos; el hombre queda, de algún modo, atrapado por la opresiva atmósfera de la casa y por sus moradoras... Pero a pesar de las similitudes, la historia es completamente distinta. Aura es un relato fantástico, mientras que Los papeles de Aspern no se aparta del realismo. Es como si Fuentes hubiera leído el relato de James, se hubiera impregnado de su atmósfera y hubiera vislumbrado sus posibilidades para una relectura en clave fantástica. Los mismos elementos, pero una narración alternativa. Puede que incluso el propio relato se lo sugiriera, porque una de las cosas que hace grande este relato es que admite varias interpretaciones, y alguna de ellas pudiera tener elementos sobrenaturales.
Los papeles de Aspern es el cuento perfecto. Henry James construye la intriga mediante una sabia combinación de un ritmo controlado, una hábil dosificación de ambigüedades, y una atmósfera opresiva y extraña que consigue ambientando el relato en un antiguo palacio veneciano e introduciendo dos personajes femeninos cuyo comportamiento te hace dudar de si son seres reales o si se trata de dos fantasmas. El protagonista (y narrador) va a esa casa en busca de unas cartas que su admirado escritor Jeffrey Aspern escribió a su amada, la vieja que habita la casa. Sabe que no las puede conseguir directamente y por eso se las ingenia para que tía y sobrina lo alojen por un tiempo y así tener ocasión de hacerse con ellas. Pero aunque las suyas están claras, desconocemos en cambio las intenciones de las dos mujeres, así que constantemente tenemos la sensación de que el presunto burlador es en realidad una mosca acercándose a una tela de araña. El final es sutil, tanto que puede llegar a desconcertar porque, como ya he mencionado, admite varias interpretaciones, a cual más sugerente.
Así que, concluyendo, este es mi veredicto. Sobre el relato de James, que es uno de los mejores que he leído; uno de esos relatos universales (como Bartleby el escribiente o La biblioteca de Babel) creados por unos autores en estado de gracia y que dan ganas de releerlos de vez en cuando. Y sobre el “plagio” de Carlos Fuentes, simplemente que, contra lo que la gente cree (la falsa idea romántica de la “inspiración” creadora) la creación es así: se nutre de la tradición, de elementos conocidos, que combina y transforma para producir cosas nuevas. Al fin y a la postre, everyting is a remix.
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