Como ya he dicho muchas veces me gusta la ciencia ficción, aunque obviamente la buena ciencia ficción. Buscando aquí y allí, encontré varios comentarios sobre estos dos libros de Greg Bear. La idea era interesante, especular con un cambio evolutivo en el ser humano como consecuencia de una mutación genética en respuesta al stress de nuestra vida actual. Su autor afirma en sus notas finales que para preparar el libro se entrevistó con muchos científicos (sobre todos biólogos moleculares) para que su idea no fuese un mero disparate. Parte del objetivo del libro es introducir al lector con la terminología de la biología molecular moderna (se explaya con palabrejas técnicas que nos explica, e incluso nos pone un glosario de las mismas al final de los libros.
La historia de La radio de Darwin comienza en los Alpes con una “excursión” de tres ladrones de tumbas que pretenden encontrar evidencias de que existió el Jeti (hombre de las nieves), descubriendo en realidad una familia de neardentales en una situación muy desconcertante según ve Mitch Rafelson, uno de los personajes principales de la novela. Luego saltamos a Georgia donde las Naciones Unidas investiga matanzas de la reciente guerra civil, aunque encuentra algo un poco perturbador: familias muertas con bebes recién nacidos en las manos … madres embarazadas con disparos en en abdomen. Nuestra protagonista principal, una experta en biología molecular, es expulsada de la zona, etc. Así poco a poco Berg nos va introduciendo en la trama: Una nueva especie está surgiendo … pero resulta que ya lleva años entre nosotros pero el homo sapiens sapiens los ha exterminado por alguna misteriosa razón. La trama está bien, te cuenta muchas cosas que no sabía, como que tenemos incrustado en nuestro ADN secuencias enteras de ADN vírico, en apariencia antiquísimo y que “no sirve para nada”. Lo que ocurre a continuación es que e Mitch Rafelson mpiezan a nacer niños muertos y sus madres quedan embarazadas de nuevo sin mediación de nadie ¿?. Esto se convierte en una epidemia (hay madres infectadas de ciertos virus que son los causantes de dichos abortos, pero en realidad los portadores son sus “maridos” (los hombres) que no se creen una palabra. Bueno para abreviar, nuestra protagonista queda embarazada y tiene una de los nuevos niños (después de perder el intermedio) con el experto antropólogo Mitch Rafelson.
Los “nuevos” niños son muy “especiales”, nacen hablando, se comunican con feromonas, cambiando de color la piel, etc. Es obvio que el gobierno de EEUU (donde transcurre la historia) empieza a perseguir a estos nuevos niños y a confinarlos en escuelas especiales así que comienza una batalla legal sobre derechos civiles, etc. Hasta aquí el primer libro (el final no os lo destripo, pero se intuye). El libro no está mal dentro del panorama de la ciencia ficción (le dieron el premio Nebula de 2000 y fue finalista del premio Hugo de ese mismo año). Una buena descripción es la que hace en su presentación Miquel Barceló:
“LA RADIO DE DARWIN es, pues, una intrigante especulación a partir de los actuales conocimientos biológicos y antropológicos, un ingenioso y bien tramado thriller que cuestiona casi todas nuestras creencias sobre los orígenes del ser humano y su posible destino.
Tres hechos, que al principio parecen inconexos, acabarán convergiendo para sugerir una novedad devastadora y sacudir los cimientos de la ciencia: la conspiración para ocultar los cadáveres de dos mujeres y sus hijos en Rusia, el descubrimiento inesperado en los Alpes de los cuerpos congelados de una familia prehistórica, y una misteriosa enfermedad que sólo afecta a mujeres gestantes e interrumpe sus embarazos.
Kaye Lang, una bióloga molecular especialista en retrovirus, y Christopher Dicken, epidemiólogo del Servicio de Inteligencia de Epidemias, temen que algo que ha permanecido dormido en nuestros genes durante millones de años pueda haber empezado a despertar. Ellos dos, junto al antropólogo Mitch Rafelson, parecen ser los únicos capaces de resolver un rompecabezas evolutivo que puede determinar el futuro de la especie humana... si ese futuro sigue existiendo.
Y todo ello en el seno de una peripecia humana general pero que remite a la misma aventura de la ciencia, al enfrentamiento de viejos y nuevos paradigmas del conocimiento.”
La segunda novela, es como casi se puede adivinar por su nombre, la secuela, la segunda parte. Aquí tengo que decir que si la primera me gustó, la segunda me decepcionó bastante. Se cumplió esa máxima (que como sabemos tiene sus honrosas excepciones) de que nunca segundas partes fueron buenas. Esta vez en su presentación Miquel Barceló escribe:
“La idea de una mutación por el efecto de un retrovirus presente en el ADN humano se analizaba allí [La radio de Darwin] en la forma de un sugerente y estimulante thriller tecnobiológico. Pero, y algunos lo sabíamos o intuíamos, quedaba lo más importante: ¿cómo reaccionarían las estructuras sociales y políticas actuales ante un fenómeno de tal magnitud?, ¿cuáles serían las consecuencias de la convivencia de dos especies humanas distintas? […] LOS NIÑOS DE DARWIN especula brillantemente sobre la difícil convivencia entre dos especies humanas. Cuando los niños mutados por el retrovirus SHEVA alcanzan la adolescencia, se enfrentan a un mundo que se siente ultrajado por su sola presencia. El miedo a que puedan entrar en acción nuevos retrovirus que podrían incluso determinar el fin de la especie humana tal y como ha sido conocida en los últimos milenios, lleva a confinar a los «niños de Darwin» en «escuelas» especiales, verdaderos campos de concentración, mientras grandes sectores de la población los demonizan de manera histérica y casi instintiva. El conflicto entre especies parece inevitable.”
Pues eso, se describen las paranoias del personal, mezcladas con las historias de los padres de Stella: Lang y Rafelson (los principales actores de la primera novela) que se han separado y han continuado por caminos muy distintos, uno luchando por los derechos de los nuevos niños, y la otra intentando probar científicamente que no son una amenaza.
Lo que pone la guinda al pastel es que el autor, en esta segunda parte, se pone a especular sobre la existencia metafísica de un ser invisible que obviamente es Dios y que empieza a hacer tambalear los principios racionales de la bióloga Kaye Lang. El propio autor escribe al final:
“Gran parte de la ciencia de esta novela sigue siendo controvertida. La ciencia normalmente nace con elucubraciones, pero con el tiempo debe recibir confirmación por medio de la investigación, las pruebas empíricas y el consenso científico. Sin embargo, todas las elucubraciones presentadas aquí están apoyadas, en mayor o menor medida, por textos de investigación publicados en respetables revistas científicas. Me he preocupado de solicitar algunas críticas científicas y he corregido allí donde los expertos me sugerían que me estaba pasando de la raya.
No dudo que siga habiendo errores, pero son responsabilidad mía, no responsabilidad de los científicos u otros lectores amables que detallo en los agradecimientos.
Las elucubraciones teológicas que presento también están basadas en pruebas empíricas, personales y recogidas de gran cantidad de textos clave. Pero esas pruebas son muy difíciles, hasta lo asombroso y lo extraordinario, de presentar científicamente, ya que necesariamente son anecdóticas.
Eso no hace que la verdad sea menos evidente para los testigos; simplemente sitúa ese tipo de experiencia vital en la misma categoría que otros sucesos humanos, como el amor, el pensamiento abstracto y creativo, y la inspiración artística.
Todas esas experiencias son personales y anecdóticas, y sin embargo casi universales; la ciencia actual no comprende ni cuantifica con facilidad ninguna de ellas.”
En comparación con el primer libro, Los niños de Darwin es bastante mas floja y aburrida (en especial sus elucubraciones teológicas). Muchas veces se pasa desvariando sobre la ética de los campos de concentración, el “comunicador” (Dios) etc. Vamos, que si sólo os leéis la primera, no os perderéis nada, más aún con el final previsible y hasta cierto punto lamentable de la misma.
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