domingo, 15 de febrero de 2015

Rebelión en la Granja, de George Orwell


¿Cómo empezar esta reseña? La verdad es que debería simplemente escribir algo como:

Una obra maestra de la sátira. De lectura obligada. Imprescindible.

O bien 

¿Cómo es que no la has leído? Deja lo que estés haciendo y ponte a leerla. 

Dicho así le ganaría a Jose el premio a la reseña más corta, pero eso me parece poco serio. Más aún si tenemos en cuenta el libro de que hablamos.

Así que vamos con la reseña. Jose escribe en su reseña del Loro de Flaubert “... que un libro que te gustó mucho no te defraude en la segunda lectura, e incluso enriquezca tu experiencia anterior, es señal como ninguna otra de que estás ante una obra maestra.” Esta afirmación en mi opinión es, en general, muy relativa, pues hay libros y personas y no siempre estos se llevan bien. Ese ha sido mi caso con algunas de las grandes novelas aclamadas por todos pero que me han resultado infumables y que no he conseguido terminarlas siquiera. Ahora bien, reconozco que con las grandes obras pasa como con los grandes vinos, hay que saber diferenciar entre la calidad y el gusto. Un vino puede estar buenísimo y no gustarte, no hay contradicción ninguna. Dicho esto, concuerdo con Jose que, en general, si un libro resiste a una segunda lectura y te sorprende, pues tiene que ser razonablemente bueno. Pero ¿y si ha resistido a múltiples lecturas? No dos ni tres sino muchas, muchísimas, como son las veces (ya he perdido la cuenta) que me he leído este libro de Orwell. Yo afirmo entonces, otra vez citando a Jose, que estamos ante una obra maestra, incluso más, ante una obra maestra entre las obras maestras. Un Gran Reserva de la Literatura. ¿Después de leer esto amigo lector, cómo es que no estás buscando el libro para leerlo o releerlo? En fin, misterios del ser humano. Pasemos pues a hablar un poco sobre el libro en cuestión.

Rebelión en la Granja es, desde mi punto de vista, junto a 1984, la obra cumbre de Orwell (George Orwell era un seudónimo, su nombre real era Eric Arthur Blair). En realidad Orwell más que novelista era periodista y ensayista. 
Orwell hablando en la BBC
durante los años de la Guerra

Orwell tuvo una vida dura. Nació en Motihari, una colonia británica de la India, en 1903, aunque vivió en Inglaterra desde los 2 años. Al terminar los estudios medios con 19 años se fue a Birmania (India) como miembro de la Policía Imperial India, donde estuvo hasta 1927, año que decidió regresar a Inglaterra y dedicarse a la escritura. Vivió en Londres y París en la indigencia completa, realizando cualquier trabajo para sobrevivir. En esos años comenzó escribiendo sobre la pobreza en Londres y París. Orwell se consideraba a sí mismo un anarquista, así que no es de extrañar que tras el golpe franquista de 1936 Orwell se alistara como voluntario en el bando republicano. Fue en Barcelona donde el anarquista Orwell se convirtió en antiestalinista. En 1937 regresa a Inglaterra al ser dado de baja del ejército tras una herida en el cuello que casi le deja mudo. Su experiencia española la dejó plasmada en un, según muchos amigos, magnífico libro titulado Homenaje a Cataluña. La Segunda Guerra Mundial la pasó en Londres y París. trabajando en distintos proyectos, incluyendo el libro que nos ocupa Animal Farm: A Fairy Story, que en castellano conocemos como Rebelión en la Granja. Varias veces enfermó gravemente, incluso contrajo la tuberculosis, y en enero de 1950 murió como consecuencia de ello (le reventó una arteria en los pulmones después de varios meses internado en hospitales).

El mejor resumen de Animal Farm lo he encontrado en Wikipedia
“Rebelión en la granja es una novela satírica del británico George Orwell. Publicada en 1945, la obra es una fábula mordaz sobre cómo el régimen soviético de Iósif Stalin corrompe el socialismo. En la ficción de la novela un grupo de animales de una granja expulsa a los humanos tiranos y crea un sistema de gobierno propio que acaba convirtiéndose en otra tiranía brutal.”
El libro es magnífico en todos los sentidos. El estilo es sencillo y directo y la historia es de una precisión brutal. Comienza con un cerdo que profetiza el fin de la tiranía del hombre sobre los animales y que tendrá lugar una revolución de los animales y que sin duda es una especie de parodia de Marx y Lenin en un único personaje. Habiendo tenido lugar la Revolución, Orwell pasa a describir poco a poco cómo la perfecta sociedad animal va derivando en una dictadura. De las asambleas entre todos los animales de la granja donde se debate, se opina y se vota abiertamente sobre todas las decisiones (por ejemplo la duración de la jornada laboral, las horas de descanso, etc.), se pasa a asambleas donde los cerdos (que se autoproclaman líderes de la Granja) les leen a los animales lo que tiene que hacer, y lo hacen de una manera muy persuasiva, con perros a sus espaldas enseñando los dientes. Desde mi punto de vista es genial cómo Orwell describe el proceso de corrupción de la clase dirigente de la Granja (que como ya dije encarnan los cerdos) a lo largo del libro. Este proceso queda magistralmente plasmado en la manipulación de los famosos Siete Mandamientos que, justo al echar al hombre de la Granja y ya siendo libres, los animales escriben en una de las paredes. A saber:
1. Todo lo que camina sobre dos pies es un enemigo.
2. Todo lo que camina sobre cuatro patas, o tenga alas, es amigo.
3. Ningún animal usará ropa.
4. Ningún animal dormirá en una cama.
5. Ningún animal beberá alcohol.
6. Ningún animal matará a otro animal.
7. Todos los animales son iguales.
Estos Mandamientos van cambiando a lo largo de la historia a instancias de los cerdos. Es divertido cómo los cerdos ante cualquier intento de discusión les sueltan a los animales eso de “no querréis que regresen los humanos ¿no?” (¿os suena eso de “cuidado que viene el hombre del saco”?). Así, poco a poco los mandamientos van cambiando para dar cabida a los excesos de los cerdos. Por ejemplo, tras la primera purga de Napoleón (el cerdo que representa a Stalin) los animales se preguntan qué ha ocurrido con el sexto mandamiento, pero cuando corren a releerlo se encuentran con este:
6. Ningún animal matará a otro animal sin motivo
Cuando los cerdos empiezan a dormir en las camas o a emborracharse, también cambian el cuarto y quinto:
4. Ningún animal dormirá en una cama con sábanas.
5. Ningún animal beberá alcohol en exceso.
Hasta que al final son todos borrados y resumidos en uno solo, el genial y universal
Todos los animales son iguales, pero algunos son más iguales que otros.
que resume en sí el proceso de corrupción política con el que ya estamos familiarizados (¿acaso todos somos iguales ante la ley, por poner un ejemplo?). El final del libro es otro gran acierto. Los finales felices no son lo de Orwell. Eso es para Hollywood. De hecho las dos adaptaciones al cine que se han hecho (una de dibujos en 1954 y otra con animales reales el 1999) son tremendamente malas. Especialmente el final de ambas tergiversa por completo la idea de la novela. 

Antes de terminar con el libro en sí tengo que mencionar que, si bien el libro está inspirado en los primeros años de gobierno de Stalin (de hecho se pueden reconocer los distintos episodios relevantes de esa época: purgas selectivas de opositores, construcción de obras mesiánicas, encumbramiento del líder supremo, creación de un organismo de represión extremadamente eficiente, etc.), es llamativo cómo el proceso descrito por Orwell es común a todas las dictaduras, tanto de “izquierdas” (llamar de izquierda al régimen estalinista es, parafraseando a Mike en El Padrino, “una ofensa a la inteligencia”) como de derechas. Claramente a Orwell este tema le caló profundamente durante su experiencia en la Guerra Civil Española y lo sucedido tras la derrota de la República y la instauración de la Dictadura Franquista. Sobre las sociedades totalitarias Orwell volvería a escribir años después en 1984, su obra cumbre desde mi punto de vista, y que reseñaré en otra ocasión.
Cubierta original de la primera
edición de Animal Farm

Antes de terminar esta reseña no puedo dejar de hablar de la historia del libro. Orwell tenía Animal Farm ya listo en abril de 1944, en pleno avance de los aliados, y en particular del Ejército Rojo, hacia Berlín, pero no fue publicado hasta el 17 de agosto de 1945. La historia de por qué tardó tanto Orwell en publicarlo es rocambolesca. Varios editores se lo rechazaron argumentando que era un ataque al régimen soviético y no era un buen momento para ello, uno de ellos además fue persuadido por un funcionario del Ministerio de Propaganda inglés, que resultó ser a posteriori un agente soviético. Por otro lado, Orwell era consciente de la falta de papel en ese momento (en medio de la Guerra) y según Bernard Crick, quien prologó la edición que tengo, tampoco presionó mucho. No obstante Orwel en un primer momento sí que estaba muy molesto con el tema y escribió un prólogo para el libro que tituló La libertad de prensa. En él, Orwell cuenta la historia del proceso de publicación con todo detalle, incluida la historia del susodicho funcionario. Crick sostiene que al final Orwell renunció a incluir el prólogo, ya sea por presiones editorales o por no considerarlo a la altura de la obra. El prólogo fue descubierto en 1971 entre los papeles de un amigo del editor del libro. En ese escrito Orwell arremete contra la izquierda intelectual británica y expresa la mejor definición que conozco de libertad (de expresión): “Si la libertad significa algo, es el derecho de decirles a los demás lo que no quieren oír”. Es todo un acierto que las nuevas ediciones lo incluyan.

Concluyendo, os recomiendo que leáis este libro y su prólogo. Es de lectura obligada e imprescindible, y encima se lee de un tirón. Eso sí, amigo lector si mientras lees miras a tu alrededor descubrirás que en la socidad donde vives hay más de un indicio de lo que cuenta Orwell en esta genial y universal fábula que es Rebelión en la Granja.

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