Posteguillo termina (en alto) con Trajano y su trilogía en esta novela que narra simultáneamente la campaña contra Partia y la historia (mezclada de leyenda) de la legión perdida de Craso.
Tras la exitosa campaña contra la Dacia, Trajano vuelve la vista a oriente persiguiendo un plan que procede directamente del Divino Julio César y que pretende convertir Roma en el mayor imperio jamás soñado; un imperio que se hable de tú a tú con el de Xeres (que es como los romanos llamaba a China). Y el primer paso de este plan es conquistar Partia. Aparte de la ambición, hay poderosas razones económicas que justifican el proyecto: Partia se interpone en la Ruta de la Seda encareciendo las mercancías procedentes de China. Pero hay un problema: el desastre del intento previo de Craso de conquistar Partia en el 53 a. de C. Aparte de la tremenda derrota que sufrió Roma, se perdió el rastro de una legión entera que fue hecha prisionera por los partos. Y la leyenda de esa legión planea como un fantasma durante toda la campaña de Trajano.
En toda novela de esta trilogía Posteguillo ensaya una técnica narrativa nueva. En este caso es la narración en dos planos temporales. Cada libro de los que componen la novela comienza con un episodio de la campaña de Craso, para luego continuar con la historia de Trajano. En una narración a dos tiempos las historias deben confluir de algún modo. Para conseguirlo Posteguillo introduce una subhistoria rescatando algunos de los personajes de novelas anteriores y encomendándoles una disparatada misión. Aunque en las notas finales de la novela Posteguillo proporciona algunos datos históricos en los que apoyar esta subtrama, su concepción es inverosímil. Sin embargo funciona, y con ello el autor consigue enlazar las dos narraciones y cerrar la novela con un interesante final.
Dos son los principales méritos de las novelas de Posteguillo: su rigor histórico y la épica, y esta novela no defrauda en ninguno de los sentidos. Incluso su parte más especulativa (el destino de la legión perdida) se apoya en la teoría de algún historiador que, basándose en hechos conocidos, proporciona una hipótesis plausible de lo que le pudo pasar a esta legión. Si bien la teoría ha sido muy criticada, lo cierto es que nadie ha proporcionado una alternativa convincente. Como Posteguillo, al fin y al cabo, escribe una novela y esta teoría es «bonita», ¿por qué no usarla? Después de todo, la historia nunca puede proporcionar certezas absolutas.
Respecto de la épica, ¿qué decir? Insuperable; al nivel de la Iliada. Como de costumbre, la narración de las batallas es lo mejor de la novela. A destacar la arenga de Trajano ante el Tigris, cuando tiene que vencer el miedo de sus legiones a cruzarlo por culpa del fantasma de la derrota de Craso. Si tuviera que elegir un episodio de la novela (y sólo uno), esa sería mi elección.
Y si tuviera que hacer una crítica, diría que el principio de la novela abre demasiados escenarios y eso dispersa la narración durante un buen rato. Nada importante, sin embargo. Se trata de una muy buena novela. A mí me sigue gustando más la primera de la trilogía, pero esta la cierra con muy buen sabor de boca. ¡Ah! Y ya sé por qué en una entrevista Posteguillo, preguntado por cuál sería su siguiente personaje, dijo que desde luego no Adriano.
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