La peregrinación del escritor lationamericano a París en busca de su identidad y futuro artístico es ya un género en sí mismo dentro de la literatura, como las novelas históricas, policiacas, fantásticas o de ciencia ficción. Cortázar, Vargas Llosa, Bryce Echenique y tantos otros lo han practicado. Al parecer, según le oí una vez, creo que a Volpi, eso es lo que había que hacer en los setenta porque publicar en las editoriales francesas era la puerta de entrada a la difusión por el mundo hispano. Según Volpi también (si es que era él), en los ochenta el destino pasó a ser Barcelona, que es donde se fue Bolaño, porque las editoriales barcelonesas habían desembarcado y conquistado Latinoamérica. Lo que descoloca un poco al personaje de esta novela, emigrante en el París de los noventa.
El síndrome de Ulises pertenece a este género. Tal vez es un poco peculiar por su buena dosis de sexo pornográfico, que no es muy habitual en estas novelas. (Sí, sí, la portada no engaña). En realidad no tengo nada en contra este nuevo género (ni contra ninguno, la verdad); creo que se pueden escribir muy buenas novelas de género. En este caso, por ejemplo, me viene a la mente La vida exagerada de Martín Romaña, de Bryce Echenique, novela divertidísima que desde aquí recomiendo al que no la haya leído. Pero la que nos ocupa no lo es (buena, quiero decir). No es que no se pueda leer —yo me la he acabado—, pero no tiene demasiados agarres. Para mi gusto tiene dos grandes defectos: uno, abusa del patetismo (un enfoque demasiado sobado en este tipo de novelas), y dos, el relato es muy plano. Le falta tensión, emoción, personajes más profundos... El relato discurre más como una relación de hechos que como una historia elaborada; hechos, por otra parte, sin más conexión que formar parte de los avatares de la vida del protagonista, un aspirante a escritor colombiano que decide irse a París en los noventa a buscar fortuna, y lleva una vida miserable, rodeado de otros inmigrantes y gente marginal, cuyas vidas son tan miserables como la suya. Y aunque con esos elementos se podría haber hecho una buena novela, esta se queda corta.
Pero ¡ojo! Alerto de que mi opinión sobre esta novela es muy particular: no solo está bien valorada por la crítica, sino que quedó finalista al prestigioso premio Rómulo Gallegos. Según tengo entendido, este premio lo ha ganado gente como Bolaño. Pues, sinceramente, creo que media un abismo.
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