¿Sabíais que Orgullo y prejuicio fue rechazada por todas las editoriales —en algunos casos con términos bastante descorteses— y sólo se publicó años después, cuando Jane Austen ya era famosa? ¿O que Dostoievski escribió El jugador en tan solo 26 tardes (por las mañanas escribía Crimen y castigo) para ganar una apuesta con su editor con la que poder pagar sus deudas de juego? ¿O que ni Pérez Galdós ni Àngel Guimerà recibieron el premio Nobel de literatura por culpa de la eterna pugna entre Barcelona y Madrid? ¿O que Harry Potter y la piedra filosofal vio la luz gracias a la hija de un editor? Pues de eso va este libro, de las anécdotas que se ocultan detrás de libros y escritores famosos (y alguna cosa más relacionada con los libros).
Algunas son conocidas, como que Alejandro Dumas usaba “negros”, o que hay una teoría que atribuye las obras de Shakespeare a Christopher Marlowe, o que Conan Doyle tuvo que revivir a Sherlock Holmes porque todo Londres se paseaba con crespones negros en señal de duelo... Pero hay muchas (la mayoría) que yo desconocía y que resultan curiosas (alguna incluso me ha resultado impactante, como la que cuenta en el capítulo “Escritores asesinos”). El título, por ejemplo, alude a que durante aquellas famosas vacaciones de Mary Shelley con su marido y Lord Byron en Ginebra, cuando se gestó Frankenstein, entre las lecturas que se hicieron durante los largos días de lluvia se leyó el Quijote, y esa novela impactó enormemente a Mary Shelley.
Al parecer, el libro es una recopilación de los artículos de una columna que su autor (conocido por la trilogía de Escipión) tenía en el periódico Las provincias, de Valencia. Así que no se trata de un ensayo profundo sobre las historias que rodean a libros y escritores, sino de unos artículos de entretenimiento. Muchos están un poco novelados y en la mayoría hay un cierto suspense, de manera que puedes jugar a adivinar de qué libro o autor está hablando. Por su carácter, están dirigidos a un público muy amplio, y eso condiciona la elección de las anécdotas: siempre se refieren a libros y autores muy famosos. Aparecen fundamentalmente los que uno esperaría. El libro está bien escrito, se lee en un santiamén y resulta una lectura entretenida, en especial para lo que yo la he usado: para liberar un poco la mente y leer en la cama para conciliar el sueño. Como son narraciones cortitas, puedes apagar la luz en cualquier momento sin romper el ritmo del relato.
Así que recomendable como lectura fácil y entretenida para cuando estéis en algún periodo de transición entre libros más sesudos, o a la vez que leéis alguno de ellos, para descansar la mente.
Algunas son conocidas, como que Alejandro Dumas usaba “negros”, o que hay una teoría que atribuye las obras de Shakespeare a Christopher Marlowe, o que Conan Doyle tuvo que revivir a Sherlock Holmes porque todo Londres se paseaba con crespones negros en señal de duelo... Pero hay muchas (la mayoría) que yo desconocía y que resultan curiosas (alguna incluso me ha resultado impactante, como la que cuenta en el capítulo “Escritores asesinos”). El título, por ejemplo, alude a que durante aquellas famosas vacaciones de Mary Shelley con su marido y Lord Byron en Ginebra, cuando se gestó Frankenstein, entre las lecturas que se hicieron durante los largos días de lluvia se leyó el Quijote, y esa novela impactó enormemente a Mary Shelley.
Al parecer, el libro es una recopilación de los artículos de una columna que su autor (conocido por la trilogía de Escipión) tenía en el periódico Las provincias, de Valencia. Así que no se trata de un ensayo profundo sobre las historias que rodean a libros y escritores, sino de unos artículos de entretenimiento. Muchos están un poco novelados y en la mayoría hay un cierto suspense, de manera que puedes jugar a adivinar de qué libro o autor está hablando. Por su carácter, están dirigidos a un público muy amplio, y eso condiciona la elección de las anécdotas: siempre se refieren a libros y autores muy famosos. Aparecen fundamentalmente los que uno esperaría. El libro está bien escrito, se lee en un santiamén y resulta una lectura entretenida, en especial para lo que yo la he usado: para liberar un poco la mente y leer en la cama para conciliar el sueño. Como son narraciones cortitas, puedes apagar la luz en cualquier momento sin romper el ritmo del relato.
Así que recomendable como lectura fácil y entretenida para cuando estéis en algún periodo de transición entre libros más sesudos, o a la vez que leéis alguno de ellos, para descansar la mente.
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