De “novela fusión”, se podría calificar esta aspirante a best seller que hoy traigo al blog, porque en ella se mezclan varios géneros: la ciencia ficción, la fantasía, la novela histórica, la novela de aventuras... Se trata de la novela que ganó el Premio Ignotus 1999, un premio de nombre muy bien elegido —al menos en lo que a mí respecta— a juzgar por mi desconocimiento del mismo y de las novelas que históricamente lo han ganado. Al parecer, es un premio que otorga anualmente, desde 1991, la Asociación Española de Ciencia Ficción, Fantasía y Terror, y que tiene varias categorías, además del premio a la mejor novela (entre los premios a la mejor novela extranjera hay más de un libro conocido).
La novela centra la historia en el personaje de Ramón Llul y en el extemplario Roger de Flor y sus almogávares. Para quien no sepa de esta gente (yo, antes de leer la novela), se trata de un ejército de temibles mercenarios de la Corona de Aragón que, en la época en que los comandaba Roger de Flor, anduvieron mezclados en las tanganas del Imperio Bizantino. Esos son la época y el lugar en los que transcurre la novela. Roger quiere hallar el mítico reino del Preste Juan y para ello recurre a Ramón Llul. Le muestra una habitación secreta en el palacio de Bizancio donde hay una serie de artefactos prodigiosos y una esfera terrestre que representa el mapa detallado de la Tierra, y le cuenta que aquella habitación fue construida por los hombres de un tal Calínico, que en el siglo VII salvó a una Constantinopla asediada por los árabes mediante un invento mágico conocido como “fuego griego”: una sustancia capaz de arder incluso en el agua con la que incendiaron la flota de asedio. Roger está convencido de que Calínico procedía del reino del Preste Juan, un lugar que imagina lleno de prodigios y riquezas, y consigue convencer a Ramón para que, escoltado por una pequeña tropa de sus mejores hombres, se dirija en su búsqueda.
La novela mezcla hechos y personajes históricos con antiguas leyendas de esa zona del mundo (el reino del Preste Juan es una de ellas, pero hay más) e incluso con la mitología cristiana (Dante y el Apocalipsis aparecen citados varias veces), recurriendo a una pseudohistoria que se mezcla con una intervención extraterrestre para “dar sentido” a todos esos dislates. El resultado es una novela de aventuras de una calidad bastante desigual. Por un lado la historia está simpática y tiene un cierto enganche y originalidad; por otro los personajes, que no empiezan nada mal, se acaban volviendo un tanto tópicos; y para terminar, la novela abusa demasiado de las descripciones de lugares y hechos, y eso hace que acabe perdiendo interés. Para cuando intervienen los extraterrestres la novela ya ha hecho aguas.
Se puede recomendar como lectura relajante de verano —he leído cosas peores—, pero yo no saldría corriendo a comprarla a la FNAC. Y si he de juzgar este certamen por la calidad de esta novela, desde luego está muy lejos de ser un indicador fiable de calidad. O tal vez lo es, pero entonces es que la novela de ciencia ficción y/o fantasía en España está a años luz de su contrapartida anglosajona.
La novela centra la historia en el personaje de Ramón Llul y en el extemplario Roger de Flor y sus almogávares. Para quien no sepa de esta gente (yo, antes de leer la novela), se trata de un ejército de temibles mercenarios de la Corona de Aragón que, en la época en que los comandaba Roger de Flor, anduvieron mezclados en las tanganas del Imperio Bizantino. Esos son la época y el lugar en los que transcurre la novela. Roger quiere hallar el mítico reino del Preste Juan y para ello recurre a Ramón Llul. Le muestra una habitación secreta en el palacio de Bizancio donde hay una serie de artefactos prodigiosos y una esfera terrestre que representa el mapa detallado de la Tierra, y le cuenta que aquella habitación fue construida por los hombres de un tal Calínico, que en el siglo VII salvó a una Constantinopla asediada por los árabes mediante un invento mágico conocido como “fuego griego”: una sustancia capaz de arder incluso en el agua con la que incendiaron la flota de asedio. Roger está convencido de que Calínico procedía del reino del Preste Juan, un lugar que imagina lleno de prodigios y riquezas, y consigue convencer a Ramón para que, escoltado por una pequeña tropa de sus mejores hombres, se dirija en su búsqueda.
La novela mezcla hechos y personajes históricos con antiguas leyendas de esa zona del mundo (el reino del Preste Juan es una de ellas, pero hay más) e incluso con la mitología cristiana (Dante y el Apocalipsis aparecen citados varias veces), recurriendo a una pseudohistoria que se mezcla con una intervención extraterrestre para “dar sentido” a todos esos dislates. El resultado es una novela de aventuras de una calidad bastante desigual. Por un lado la historia está simpática y tiene un cierto enganche y originalidad; por otro los personajes, que no empiezan nada mal, se acaban volviendo un tanto tópicos; y para terminar, la novela abusa demasiado de las descripciones de lugares y hechos, y eso hace que acabe perdiendo interés. Para cuando intervienen los extraterrestres la novela ya ha hecho aguas.
Se puede recomendar como lectura relajante de verano —he leído cosas peores—, pero yo no saldría corriendo a comprarla a la FNAC. Y si he de juzgar este certamen por la calidad de esta novela, desde luego está muy lejos de ser un indicador fiable de calidad. O tal vez lo es, pero entonces es que la novela de ciencia ficción y/o fantasía en España está a años luz de su contrapartida anglosajona.
No hay comentarios:
Publicar un comentario