Tras un tiempo sin aparecer por el blog vuelvo para hablaros de la saga del detective de Shangai Chem Cao. Con anterioridad en este blog he reseñado los dos primeros libros de la saga: los volúmenes I (Muerte de una heroína roja) y II (Visado para Shanghai). En esta entrada reseñaré los cuatro siguientes volúmenes de la saga: el III, Cuando el rojo es negro, el IV, El caso de las dos ciudades, el V, Seda roja y el VI, El caso Mao.
En cada una de las novelas el autor nos cuenta un caso de asesinato que tienen que resolver el inspector Chen Cao y su compañero Yu Guangming de la brigada de asuntos especiales de la División de Homicidios de la ciudad de Shangai. Todos los casos siempre tienen una relación directa con cosas que ocurrieron durante la famosa Revolución Cultural de Mao (que duró desde 1966 hasta la muerte de Mao 1976 y que, en esencia, fue una guerra personal de Mao por recuperar el poder político en China que prácticamente destruyó a toda la intelectualidad china). Resulta curioso que Qiu, que nació en Shangai en 1953, viva en los Estados Unidos y escriba en inglés. En un revelador artículo que encontré tras una búsqueda por internet Qiu cuenta parte de su historia y desvela las razones por las que no regresó a China que, como era de esperar, tuvo mucho que ver la libertad de expresión en China y concretamente con la represión gubernamental tras las protestas de la plaza de Tiananmen en 1989 (Qiu recibió una beca en 1988 para estudiar en St. Louis y tras la masacre de la plaza de Tiananmen decidió no regresar a China). Además, su propia biografía muestra sin dejar duda que su personaje Chen es su vivo retrato, pues aunque es inspector de policía, es licenciado el Literatura, traductor de la obra de T. S. Eliot al chino y poeta (como el mismo Qiu). Además, como el propio Chen, Qiu nació en el seno de una familia acomodada de Shangai, propietaria de un pequeño negocio, lo que le costó a su padre la vida durante la década de la Revolución Cultural (de 1966 a 1976). De hecho, en el citado artículo Qiu afirma que la causa de haberse convertido en escritor fue que le obligaran, cuando tenía 13 años, a redactar la confesión de su padre como capitalista traidor a China.
Como
ya dije en mis dos reseñas anteriores de este autor (Muerte de una heroína roja y Visado para Shanghai) las historias,
en
general,
están bien hiladas y enganchan bastante, aunque por supuesto las hay
mejores y peores, según mi opinión. En todas y cada una
de estas seis novelas Qiu, aparte de contarnos las peripecias de sus
protagonistas para resolver los casos, se explaya describiendo las
contradicciones que desde
los años 90
están viviendo los chinos y, en particular, el abismo que se abre
entre ricos y pobres, sin
olvidar la corrupción política de la China postcomunista.
Esto último es bien conocido, basta echarle
un vistazo a los periódicos de los último años para
descubrir que
la China actual probablemente
represente
a la sociedad capitalista
más salvaje de
hoy
día. En China no hay, por no haber, ninguna seguridad social. Me
contaba hace unos meses un profesor invitado chino que tuvimos que el
médico hay que pagarlo a tocateja: o pagas o no hay asistencia
médica, y
no hablemos del tema de la educación.
Este tipo de situaciones las describe muy bien Qiu en sus novelas.
Aunque descansaré por un tiempo de Chen y Yu, no descarto leer las
dos últimas novelas más adelante. Cuando me desintoxique un poco de
tanta Revolución Cultural y de tanto Partido Komunista con “K”
(pues del comunismo de Marx no creo que haya mucho en la China
actual). Termino
esta entrada
con una breve reseña de cada
una de las cuatro novelas.
Libro
III: Cuando el rojo es negro. El inspector Chen se ha tomado unas
vacaciones y aprovecha para realizar una traducción para un
importante empresario chino llamado Gu Haiguang, quien ya apareció en
su segunda novela, y
así sacarse un dinero extra.
Justo cuando empiezan sus vacaciones ocurre el asesinato de Yin Lige, una disidente china famosa por escribir un libro sobre un famoso
escritor chino, muerto durante la Revolución Cultural. El caso, al
tratarse de una disidente, se lo asignan a la brigada de asuntos
especiales de la División de Homicidios, que se encarga de los casos
“complicados” y “políticamente” sensibles, de
la cual Chen es su director, y como él
está
de vacaciones le corresponde a su compañero el detective Yu
Guangming liderar la investigación. En
esta entrega Qiu
nos cuenta con más detalle que en
sus
dos predecesoras
algunas de las historias relacionadas con la Revolución Cultural de
Mao. En el libro cobran protagonismo Gu, un adinerado empresario con
contactos con las tríadas y que Chen conoció durante la
investigación relatada en el libro II, y Peiqin, la mujer de Yu. La
historia policíaca es floja, pero las historias de la Revolución
Cultural y de la vida de las familias chinas sin muchos ingresos son
bastante llamativas.
Libro
IV: El caso de las dos ciudades. Esta vez a Chen le llaman para
investigar la corrupción en todos los niveles del partido Comunista.
La historia comienza cuando encuentran muerto en un burdel al
anterior encargado de dicha tarea, un intachable policía que fue
hallado muerto en un burdel en Fujian y con droga en los bolsillos.
La llamada la recibe de las altas instancias del Partido y le dan
poderes especiales, y el caso tiene implicaciones en una trama de
corrupción que salpica las altas esferas del Partido en Shangai y
por supuesto el Beijin. Curiosamente, al mismo tiempo recibe otra
llamada de otro importante cuadro del Partido que le pide, en nombre
del Partido, por supuesto, que encabece una la delegación de poetas
chinos a un Encuentro de Escritores chinos y norteamericanos a
celebrase en los Estados Unidos, concretamente en Los Angeles, aunque
hay prevista una visita a St. Louis, ciudad de T. S. Eliot, el poeta
del que Chen es todo un experto. La historia tiene mucha más
enjundia que la del libro III, muertes misteriosas, incluyendo una de
un miembro
de la delegación china que provoca casi un conflicto bilateral…
Nuevamente Peiqin, la mujer de Yu cobra protagonismo, y también el
padre de Yu, un antiguo policía conocido por el mote Viejo Cazador.
He de decir que algunas partes de la trama policial se ven venir de
lejos, pero aún así, esta entrega me pareció mucho más sólida
que la II y la III.
Libro
V: Seda roja. Esta es con diferencia la historia más floja de las
seis. Previsible in extremis y no aporta mucho a las historias sobre
China que ha ido contando Qiu en los libros anteriores. La
contraportada la describe con suficiente detalle.
Un
asesino en serie acecha a las jóvenes de Shanghai. Sus crímenes han
creado gran revuelo en la prensa y entre los ciudadanos, sobre todo
porque suele abandonar los cadáveres de sus víctimas enfundados en
un vestido muy llamativo, rojo y de estilo mandarín. Precisamente
cuando el caso empieza a cobrar dimensiones alarmantes, Chen Cao, el
inspector jefe del Departamento de Policía de Shanghai, está de
permiso: acaba de matricularse en un máster sobre literatura clásica
china en la Universidad de Shanghai. Pero en el momento en que el
asesino ataca directamente al equipo de investigadores del
Departamento, a Chen no le queda más remedio que volver al trabajo y
participar en las pesquisas. Mientras intenta atrapar al asesino
antes de que se cobre nuevas víctimas, irá descubriendo que la raíz
de estos asesinatos se remonta al trágico y tumultuoso pasado
reciente del país.
Libro
VI: El caso Mao. Con ese nombre, como no podía ser de otra forma,
Qio nos introduce en una historia donde el principal protagonista es
el Presidente Mao. Resulta que una tal Jiao, nieta de una actriz que
fue amante de Mao y repudiada durante
la Revolución Cultural,
ha pasado de vivir en una humilde vivienda y de trabajar como
recepcionista con
un sueldo mísero en
una empresa a vivir en un lujoso apartamento en un
barrio selecto de Shangai
y a dedicarse a la pintura con un conocido pintor que sobrevivió a
la Revolución Cultural. Las autoridades del Partido temen que Jiao
haya heredado algún documento comprometedor de Mao y le encargan a
Chen que la vigile y que encuentre dichos documentos. No obstante le
comunican que al margen de su investigación, las fuerzas de
seguridad del Estado también están trabajando en ello. Para llegar
a buen puerto Chen se infiltra en el entorno del maestro de pintura
de Jiao y no le queda más remedio que echar mano de sus ya
habituales colaboradores: Peiqin, la esposa de Yu, su compañero de
la brigada especial y de Viejo Cazador. A lo largo de la novela Qiu
nos regala historias de la vida de Mao, la Revolución Cultural, y
por supuesto toda una trama de corrupción política relacionada con
la construcción en Shangai. Al igual que en el libro IV, la historia
se sostiene bastante bien a pesar de tener un final un tanto
precipitado.
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