Aunque es muy famoso, yo no supe de este manuscrito hasta no hace mucho, cuando lo mencionó Bartolo Luque en una charla. Se trata de un curiosísimo —y me quedo corto— códice medieval (en realidad, de principios del XV, pero tiene todo el «estilo» de los códices medievales). En apariencia el manuscrito Voynich (que se llama así por el librero que lo sacó a la luz de la biblioteca jesuítica donde estaba oculto) es como otros muchos: pergamino encuadernado, escrito a mano, con hermosas ilustraciones de plantas, estrellas, animales y diversas escenas más o menos peculiares. Pero lo que resulta extraño es la lengua en la que está escrito: una lengua incomprensible en caracteres extraños que, a fecha de hoy, ha resistido todo intento de descifrado.
Por ello, el manuscrito Voynich es un fascinante enigma que ha suscitado todo tipo de interpretaciones y controversias acerca de lo que es y de quién y por qué lo escribió. Todos los expertos en decodificación de mensajes han fracasado en su intento de revelar el contenido del texto, y las teorías acerca de él son de todo tipo. Algunos creen, basándose en las imágenes que lo ilustran, que podría tratarse de un tratado de alquimia. Otros, en virtud de ciertos patrones observados en la escritura, están convencidos de que se trata de un fraude, compuesto para engañar a algún poderoso (posiblemente al emperador Rodolfo II). Y es que, si se trata de una lengua auténtica, hay en ella cosas que resultan muy extrañas —algunas se pueden ver en la imagen superior, que muestra un fragmento de una de sus páginas—: por ejemplo, aparecen muchas palabras seguidas que comienzan con los mismos grupos de caracteres; hay un notorio defecto de palabras cortas (preposiciones, artículos, nexos...); un análisis estadístico ha revelado que hay dos tipos de escritura que nunca se mezclan y que se atribuyen a dos personas distintas; etc.
La teoría del fraude la propuso Gordon Rugg, un psicólogo inglés que, basándose en todas las anomalías que presentaba el texto, concibió tal hipótesis y le dio sustento ideando un posible método por el cual se podría haber compuesto el manuscrito para darle apariencia de texto en una lengua real. Pero aunque la hipótesis es muy convincente, recientemente han aparecido réplicas que sostienen la autenticidad del manuscrito. Por ejemplo, en 2013 apareció en la revista PLoS ONE un artículo defendiendo que los patrones estadísticos de su texto coinciden con los de las lenguas reales, una conclusión que, sin embargo, ha sido duramente contestada por Rugg. Y el año pasado un lingüista aseguró haber descifrado diez palabras del texto, basándose en las ilustraciones que las acompañan. Parece que el asunto está lejos de haber quedado cerrado.
El ensayo de divulgación que traigo al blog es uno de los (no muchos) que se han escrito sobre el manuscrito Voynich. Cuando supe de su existencia me interesó saber la historia de este códice y, sobre todo, sus intentos de descifrado y lo que se había averiguado de él. Así que hice una búsqueda y este libro me pareció adecuado y fácil de conseguir. Una vez leído, sin embargo, puedo decir que el libro satisface las expectativa a medias. Es muy exhaustivo con respecto a la historia del manuscrito (a veces demasiado), pero sucinto en exceso respecto a su desciframiento. De sus once capítulos, ocho están dedicados a aquélla y dos a éste (el último es de conclusiones y perspectivas). Además, su autor claramente secunda la hipótesis de Rugg, como queda claro por la extensión que le dedica, y una vez que sabes esto, te das cuenta de que toda la versión histórica (que, por supuesto, no es más que una posible reconstrucción) está elaborada para dar soporte a la teoría del fraude. Marcelo Dos Santos tiene claro quiénes fueron los autores del manuscrito y por qué lo escribieron.
El libro es entretenido en su parte histórica, pero decepcionante en el análisis del texto. Además, en un tema como éste, en el que constantemente parece haber nuevos datos, se ha quedado bastante obsoleto (se publicó en 2005). Sin embargo, otras alternativas adolecen del mismo problema, así que tampoco parece haber otra fuente mejor para leer sobre el Voynich. Quizá, hasta que la cosa se decante de un lado o de otro, lo mejor sea recurrir a internet.
Por ello, el manuscrito Voynich es un fascinante enigma que ha suscitado todo tipo de interpretaciones y controversias acerca de lo que es y de quién y por qué lo escribió. Todos los expertos en decodificación de mensajes han fracasado en su intento de revelar el contenido del texto, y las teorías acerca de él son de todo tipo. Algunos creen, basándose en las imágenes que lo ilustran, que podría tratarse de un tratado de alquimia. Otros, en virtud de ciertos patrones observados en la escritura, están convencidos de que se trata de un fraude, compuesto para engañar a algún poderoso (posiblemente al emperador Rodolfo II). Y es que, si se trata de una lengua auténtica, hay en ella cosas que resultan muy extrañas —algunas se pueden ver en la imagen superior, que muestra un fragmento de una de sus páginas—: por ejemplo, aparecen muchas palabras seguidas que comienzan con los mismos grupos de caracteres; hay un notorio defecto de palabras cortas (preposiciones, artículos, nexos...); un análisis estadístico ha revelado que hay dos tipos de escritura que nunca se mezclan y que se atribuyen a dos personas distintas; etc.
La teoría del fraude la propuso Gordon Rugg, un psicólogo inglés que, basándose en todas las anomalías que presentaba el texto, concibió tal hipótesis y le dio sustento ideando un posible método por el cual se podría haber compuesto el manuscrito para darle apariencia de texto en una lengua real. Pero aunque la hipótesis es muy convincente, recientemente han aparecido réplicas que sostienen la autenticidad del manuscrito. Por ejemplo, en 2013 apareció en la revista PLoS ONE un artículo defendiendo que los patrones estadísticos de su texto coinciden con los de las lenguas reales, una conclusión que, sin embargo, ha sido duramente contestada por Rugg. Y el año pasado un lingüista aseguró haber descifrado diez palabras del texto, basándose en las ilustraciones que las acompañan. Parece que el asunto está lejos de haber quedado cerrado.
El ensayo de divulgación que traigo al blog es uno de los (no muchos) que se han escrito sobre el manuscrito Voynich. Cuando supe de su existencia me interesó saber la historia de este códice y, sobre todo, sus intentos de descifrado y lo que se había averiguado de él. Así que hice una búsqueda y este libro me pareció adecuado y fácil de conseguir. Una vez leído, sin embargo, puedo decir que el libro satisface las expectativa a medias. Es muy exhaustivo con respecto a la historia del manuscrito (a veces demasiado), pero sucinto en exceso respecto a su desciframiento. De sus once capítulos, ocho están dedicados a aquélla y dos a éste (el último es de conclusiones y perspectivas). Además, su autor claramente secunda la hipótesis de Rugg, como queda claro por la extensión que le dedica, y una vez que sabes esto, te das cuenta de que toda la versión histórica (que, por supuesto, no es más que una posible reconstrucción) está elaborada para dar soporte a la teoría del fraude. Marcelo Dos Santos tiene claro quiénes fueron los autores del manuscrito y por qué lo escribieron.
El libro es entretenido en su parte histórica, pero decepcionante en el análisis del texto. Además, en un tema como éste, en el que constantemente parece haber nuevos datos, se ha quedado bastante obsoleto (se publicó en 2005). Sin embargo, otras alternativas adolecen del mismo problema, así que tampoco parece haber otra fuente mejor para leer sobre el Voynich. Quizá, hasta que la cosa se decante de un lado o de otro, lo mejor sea recurrir a internet.
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