Mucho se ha escrito, y en particular en este blog, acerca del nazismo. Buena parte de la fascinación que ese periodo ejerce —y de lo que nos ha movido a leer sobre ello y comentar en el blog— es la pregunta ¿cómo pudo una sociedad entera ser partícipe de semejante monstruosidad sin que hubiera ninguna voz discordante? Pero lo que a los demás nos fascina, para los propios alemanes es un terrible conflicto. Y no sólo para quienes participaron en ello (de hecho, como revela El nazi perfecto, para los más implicados puede que ni hubiera conflicto): las generaciones posteriores han «heredado» la culpa y tienen que vivir con ello. Cualquiera que tenga algún amigo alemán habrá notado lo sensibles que son a hablar de este asunto.
Pues bien, El lector plantea este conflicto mejor que ningún ensayo de los que yo haya leído. Expone el punto de vista de la generación hija del nazismo, los que no participaron en él, pero son hijos de quienes lo hicieron, los que lo han condenado por activa y por pasiva, se han flagelado con la culpa y han legislado para condenar cualquier apología del nazismo. La actitud cómoda hacia este problema, la que en mayor o menor medida implícitamente todos adoptamos (los ensayos en particular), es la de asumir que se trató de una monstruosidad y que lo único que hay que entender son las circunstancias que hicieron que una sociedad entera participara en ella. Porque convertir a una sociedad entera en monstruos los aleja de nosotros y nos pone en un plano moral superior. Lo que se hace muy difícil de entender (intragable para muchos, como he tenido oportunidad de comprobar en alguna discusión) es que, en realidad, no eran distintos de nosotros, y que quizá (aunque sólo quizá, espero), en las circunstancias apropiadas, cualquiera podría acabar involucrado en atrocidades similares, si no participando, al menos consintiendo.
La grandeza de esta novela es que nos mete de lleno en el conflicto revelándonos eso que no queremos admitir: que incluso buena parte de los que participaron activamente eran personas como nosotros. El libro no pretende exculpar, pero tampoco te permite adoptar aptitudes de superioridad moral. Una vez que te identificas con el protagonista, un «hijo del nazismo», te encuentras inmerso en su conflicto. Adelanto que no se resuelve: nadie sale indemne de esta historia. Y eso es lo único que voy a decir sobre la novela (y ya he dicho demasiado). Tan sólo añadiré que es una novela magnífica que recomiendo leer. Y no sólo por el tema que trata: la historia en sí es muy buena y está narrada de forma brillante. Si no tenéis oportunidad de leerla, al menos os recomiendo que veáis la película. Se trata de uno de esos raros casos en que de una gran novela se hace una gran película.
Pues bien, El lector plantea este conflicto mejor que ningún ensayo de los que yo haya leído. Expone el punto de vista de la generación hija del nazismo, los que no participaron en él, pero son hijos de quienes lo hicieron, los que lo han condenado por activa y por pasiva, se han flagelado con la culpa y han legislado para condenar cualquier apología del nazismo. La actitud cómoda hacia este problema, la que en mayor o menor medida implícitamente todos adoptamos (los ensayos en particular), es la de asumir que se trató de una monstruosidad y que lo único que hay que entender son las circunstancias que hicieron que una sociedad entera participara en ella. Porque convertir a una sociedad entera en monstruos los aleja de nosotros y nos pone en un plano moral superior. Lo que se hace muy difícil de entender (intragable para muchos, como he tenido oportunidad de comprobar en alguna discusión) es que, en realidad, no eran distintos de nosotros, y que quizá (aunque sólo quizá, espero), en las circunstancias apropiadas, cualquiera podría acabar involucrado en atrocidades similares, si no participando, al menos consintiendo.
La grandeza de esta novela es que nos mete de lleno en el conflicto revelándonos eso que no queremos admitir: que incluso buena parte de los que participaron activamente eran personas como nosotros. El libro no pretende exculpar, pero tampoco te permite adoptar aptitudes de superioridad moral. Una vez que te identificas con el protagonista, un «hijo del nazismo», te encuentras inmerso en su conflicto. Adelanto que no se resuelve: nadie sale indemne de esta historia. Y eso es lo único que voy a decir sobre la novela (y ya he dicho demasiado). Tan sólo añadiré que es una novela magnífica que recomiendo leer. Y no sólo por el tema que trata: la historia en sí es muy buena y está narrada de forma brillante. Si no tenéis oportunidad de leerla, al menos os recomiendo que veáis la película. Se trata de uno de esos raros casos en que de una gran novela se hace una gran película.
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