«La historia más grande jamás contada» no es, como pretendieron David Lean y otros, la historia de Jesús de Nazaret; la historia más grande jamás contada es la que narra este libro, que lleva el mucho más modesto título de Una breve historia de casi todo. Es la historia del universo conocido, desde su inicio tras el Big Bang hasta la aparición de alguien capaz de narrarla. Y es una historia que ha sido escrita, no por una única persona, sino por un buen montón de autores que, a lo largo de los siglos, han ido poco a poco añadiendo pequeños fragmentos al gran relato, hasta darle su forma actual. Y también es la historia de esos autores. En comparación, la de Jesús de Nazaret no es más que el cuento de niños que siempre ha sido.
Pero no es la primera vez que se narra este relato en un libro de divulgación (ahí está, por ejemplo, Cosmos). Entonces, ¿qué hace que este ensayo se haya convertido en un best-seller mundial? En mi opinión, el libro tiene varios aciertos. Si esos son o no la causa de su éxito no lo sé, pero sí sé que hacen que este sea un libro diferente de otros del mismo género.
Bill Bryson, un confeso hombre de letras (lo que suele significar un ignorante científico) cuenta en el prólogo cómo le fascinó de niño encontrar un imagen de la Tierra con un corte transversal que mostraba sus capas internas. Si la Tierra tiene más de 6.000 km de radio y nadie ha hecho nunca un agujero más profundo de unos pocos kilómetros, ¿cómo coño se puede saber qué hay en el interior de la Tierra? Sacó el libro entusiasmado para descubrir, con una gran decepción, que el libro ni siquiera se planteaba la pregunta. Y ahí se gestó, según nos cuenta, el germen de este proyecto. Bill Bryson ha pasado años leyendo los libros de ciencia que jamás estudió y entrevistándose con los más famosos científicos de todas las disciplinas para poder escribir una obra que —con algún que otro error disculpable— intenta responder a esa y a otras muchas preguntas del estilo. Y el resultado es un ensayo de divulgación a la altura de los mejores del género.
Bien, pero eso no explica por qué es un best-seller. A eso voy. El que para mí es el mayor acierto del libro es haber sabido hilar todo el conocimiento científico actual en un único relato coherente que empieza en el Big Bang y acaba en la aparición del Homo sapiens. Es el «estilo BBC», como se puede comprobar en cualquiera de los documentales que llevan su sello (un estilo que, por cierto, inventó Félix Rodríguez de la Fuente, aunque, lamentablemente, no creó escuela —¿y cómo, en un país en que no la creó ni la que se considera su obra cumbre de la literatura?). No es solo que convertir el conocimiento científico en una narración te haga leer el libro como una novela, es que, además, todo resulta muy bien hilado, y así el ensayo recorre disciplinas tan dispares como la astrofísica, la geología, la física, la química o la biología de manera que cada vez que se adentra en una nueva, la cosa parece natural, bien traída, como una exigencia narrativa. Así desde el prólogo.
Pero no solo eso. Bryson despliega un gran sentido del humor y de la anécdota, de modo que el relato, aunque largo, resulta muy ameno. Plantear las cuestiones a partir de un episodio cómico o peculiar, o a partir de las extravagancias de alguno de sus protagonistas, no cabe duda de que le da un gracia especial al libro. De nuevo, todo bien articulado en la narrativa general. Esta es, probablemente, la segunda clave del éxito.
Y la tercera, para mí, es la obsesión de Bryson por las escalas. Continuamente, cada vez que aparece un tema nuevo, el autor dedica unas páginas a situar al lector en las escalas del problema a tratar y, sobre todo, en transmitir una idea muy clara de lo grandes o lo pequeñas que resultan. Solamente eso hace mucho más por transmitir el significado que largos párrafos explicativos. Que a uno le hagan entender cuántas bacterias hay en su cuerpo, o cómo de pequeña es la Tierra en comparación con el sistema solar, o el Sol comparado con otras estrellas, o cuántas neuronas tiene el cerebro —y me refiero a hacerse una idea cabal de la escala—, le lleva inmediatamente a comprender qué somos o qué papel jugamos en el universo. Se podría decir que los factores de escala son números filosóficos, porque ellos por sí mismos responden directamente a cuestiones trascendentes.
Ameno, bien escrito, muy actualizado, apto para todo tipo de públicos. Y no importa si eres científico o eres un lego en la materia: descubrirás cosas que no sabías y cosas que te sorprenderán.
Pero no es la primera vez que se narra este relato en un libro de divulgación (ahí está, por ejemplo, Cosmos). Entonces, ¿qué hace que este ensayo se haya convertido en un best-seller mundial? En mi opinión, el libro tiene varios aciertos. Si esos son o no la causa de su éxito no lo sé, pero sí sé que hacen que este sea un libro diferente de otros del mismo género.
Bill Bryson, un confeso hombre de letras (lo que suele significar un ignorante científico) cuenta en el prólogo cómo le fascinó de niño encontrar un imagen de la Tierra con un corte transversal que mostraba sus capas internas. Si la Tierra tiene más de 6.000 km de radio y nadie ha hecho nunca un agujero más profundo de unos pocos kilómetros, ¿cómo coño se puede saber qué hay en el interior de la Tierra? Sacó el libro entusiasmado para descubrir, con una gran decepción, que el libro ni siquiera se planteaba la pregunta. Y ahí se gestó, según nos cuenta, el germen de este proyecto. Bill Bryson ha pasado años leyendo los libros de ciencia que jamás estudió y entrevistándose con los más famosos científicos de todas las disciplinas para poder escribir una obra que —con algún que otro error disculpable— intenta responder a esa y a otras muchas preguntas del estilo. Y el resultado es un ensayo de divulgación a la altura de los mejores del género.
Bien, pero eso no explica por qué es un best-seller. A eso voy. El que para mí es el mayor acierto del libro es haber sabido hilar todo el conocimiento científico actual en un único relato coherente que empieza en el Big Bang y acaba en la aparición del Homo sapiens. Es el «estilo BBC», como se puede comprobar en cualquiera de los documentales que llevan su sello (un estilo que, por cierto, inventó Félix Rodríguez de la Fuente, aunque, lamentablemente, no creó escuela —¿y cómo, en un país en que no la creó ni la que se considera su obra cumbre de la literatura?). No es solo que convertir el conocimiento científico en una narración te haga leer el libro como una novela, es que, además, todo resulta muy bien hilado, y así el ensayo recorre disciplinas tan dispares como la astrofísica, la geología, la física, la química o la biología de manera que cada vez que se adentra en una nueva, la cosa parece natural, bien traída, como una exigencia narrativa. Así desde el prólogo.
Pero no solo eso. Bryson despliega un gran sentido del humor y de la anécdota, de modo que el relato, aunque largo, resulta muy ameno. Plantear las cuestiones a partir de un episodio cómico o peculiar, o a partir de las extravagancias de alguno de sus protagonistas, no cabe duda de que le da un gracia especial al libro. De nuevo, todo bien articulado en la narrativa general. Esta es, probablemente, la segunda clave del éxito.
Y la tercera, para mí, es la obsesión de Bryson por las escalas. Continuamente, cada vez que aparece un tema nuevo, el autor dedica unas páginas a situar al lector en las escalas del problema a tratar y, sobre todo, en transmitir una idea muy clara de lo grandes o lo pequeñas que resultan. Solamente eso hace mucho más por transmitir el significado que largos párrafos explicativos. Que a uno le hagan entender cuántas bacterias hay en su cuerpo, o cómo de pequeña es la Tierra en comparación con el sistema solar, o el Sol comparado con otras estrellas, o cuántas neuronas tiene el cerebro —y me refiero a hacerse una idea cabal de la escala—, le lleva inmediatamente a comprender qué somos o qué papel jugamos en el universo. Se podría decir que los factores de escala son números filosóficos, porque ellos por sí mismos responden directamente a cuestiones trascendentes.
Ameno, bien escrito, muy actualizado, apto para todo tipo de públicos. Y no importa si eres científico o eres un lego en la materia: descubrirás cosas que no sabías y cosas que te sorprenderán.
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