He leído bastantes de las columnas de opinión de Millás y me he reído con ellas. Son ácidas, irónicas, de un humor muy fino. Pero esta es la segunda novela suya que he leído, y la segunda decepción. El estilo de sus novelas no tiene nada que ver con las columnas periodísticas, y a mí, sinceramente, me dejan frío. Esta no llega a novela: es más bien un cuento largo, una fábula. En principio tiene una lectura en clave surrealista: un profesor de economía emérito, que vive de dar algunas clases y escribir artículos, que está casado con otra profesora, ésta con aspiraciones políticas, y cuya vida es bastante insulsa y anodina (tiene incluso un acuerdo con la mujer que excluye el sexo en su matrimonio), empieza de pronto a ver hombrecillos por todas partes. En un momento dado estos hombrecillos hacen un clon de él con partes de su cuerpo (lo que le deja algunas pequeñas taras) y descubre que ve y siente a través de su clon, y que su clon ve y siente a través de él. Pero ese mini-clon suyo es lo opuesto a él: es amante de los placeres, depravado, amoral y con una curiosidad enfermiza por experimentarlo todo. El relato cuenta la incursión del protagonista en ese mundo tan opuesto a él hasta el desenlace final (que no cuento por si alguien la quiere leer). Y al final, recapitulando el relato, uno descubre que también hay una lectura totalmente realista del cuento. Pero eso es, en realidad, superfluo; el meollo del relato es la lucha entre las dos personalidades en que se ha convertido este hombre.
Sí, ya sé que contado así suena incluso interesante, pero insisto: a mí me ha dejado frío. Ni la historia ni el conflicto me parecen originales, ni su desarrollo tiene giros interesantes, ni el desenlace está a la altura. Vamos que, aunque sean cortas, no creo que intente una tercera novela de Millás, a menos que alguien me convenza de que no voy a perder el tiempo.
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