Inesperadamente, una de las mejores novelas de ciencia ficción que he leído en los últimos tiempos. Digo inesperadamente porque la propuesta no es fácil y parece abocada al fracaso: novelar la evolución de la estirpe humana desde el primer primate de finales del Cretácico (−65 millones de años, contemporáneo del T-Rex) hasta el último descendiente en el futuro profundo (+500 millones de años, un habitante de Nueva Pangea). ¡Con un par y sin despeinarse! Normalmente este tipo de novelas, con una perspectiva histórica, de gran escala temporal, no suelen funcionar. Y la razón es muy simple: no se puede mantener una trama centrada en personajes, a menos que éstos sean inmortales, y aun así, el riesgo de resultar inverosímil es muy alto. Entonces, os preguntaréis, ¿por qué leer ésta? Y sobre todo, ¿por qué ésta es tan buena?
Voy a empezar contestando a la segunda pregunta. Ante todo, la evolución humana es un relato fascinante, como lo prueban la cantidad de titulares que consigue el proyecto Atapuerca o la ingente cantidad de libros de divulgación que se escriben sobre ella. Pero esto es una novela, así que no basta con eso. Yo creo que el acierto de ésta ha sido elegir una sucesión de episodios fundamentales en el relato evolutivo y novelar una pequeña historia en cada uno de ellos, con un protagonista claro y una trama cautivadora. Así que, en realidad, está concebida como un libro de relatos, cada uno de interés en sí mismo, pero relatos encadenados por el hilo evolutivo. En todos ellos hay constantes referencias a relatos pasados, aunque sólo sea para contrastar al protagonista con su antepasado o para justificar una tendencia evolutiva. Eso le da coherencia al libro.
Pero hay otro acierto en esta novela, y ésa es la respuesta a la primera pregunta. Esta novela no pasó ante mis ojos sobre un estante en una librería, ni me la recomendó un amigo, ni leí una reseña en un blog. Supe de ella leyendo un libro titulado What does a martian look like?, de Jack Cohen e Ian Stewart (sí, el famoso Ian Stewart que tuvo mucho tiempo una columna en Scientific American). Este libro ataca la estrechez de miras de la Ciencia Ficción clásica (y de la ciencia, para el caso) para concebir vida extraterrestre. El planteamiento de los autores es que, si uno separa los localimos de la vida que conocemos (lo que es específico de la vida en la Tierra) de las características «universales», y extrapola estas últimas añadiendo los localismos pertinentes a cada situación, puede concebir seres vivos plausibles y muy diferentes de los marcianitos verdes con orejas trompeteras y grandes ojos saltones. Y entre esos «universales» se encuentran la física, la química y, sobre todo, la ecología. Los autores abogan por concebir, en lugar de especies alienígenas, ecosistemas completos. A partir de esta propuesta el libro está construido sobre la crítica a la ciencia y su búsqueda de planetas terriformes, y a la ciencia ficción y sus alienígenas inverosímiles ─cuando no ridículos.
El resultado del éxito de una gira de charlas que los autores dieron sobre este tema, además del libro, fue la creación de una consultoría para autores Sci-Fi. En su libro mencionan varios ejemplos de novelas cuyas «exobiologías» se han construido a partir de sus directrices. No hay muchas, pero una de ellas es Evolución, y eso fue lo que atrajo mi atención sobre ella. Evolución hace sus primeros pinitos en la extrapolación de formas vivas inventando seres extintos de los que supuestamente no ha quedado ningún fósil, pero que encajarían bien con sus respectivos ecosistemas. Pero donde se explaya es en imaginar la evolución futura, de la cual hace una de las propuestas más convincentes que he leído nunca. Ese es el segundo punto fuerte de la novela.
Si uno busca reseñas sobre este libro es fácil toparse con comentarios del tipo de «el autor nos muestra el futuro al que podemos estar abocados si continuamos deteriorando el planeta como lo estamos haciendo» (creo que basta ir a la contraportada). A mí estos comentarios me producen mucha prevención. No soporto la moralina ecologista naïf, y la detesto especialmente en la ficción, donde ha engendrado la buena purrela de horrores que inundan el cine y la literatura de un tiempo a esta parte. Pero en el libro no encontraréis nada de eso. Antes al contrario, lo que veréis es cómo las especies son víctimas una y otra vez de los vaivenes ecológicos producidos por la deriva de los continentes, la aparición y desaparición de mares, la alteración del patrón de los vientos, las erupciones volcánicas o la caída de asteroides. Sobre si el hombre es o no responsable de alteraciones ecológicas no se pronuncia, aunque en el libro queda claro que eso es lo de menos: con nuestra ayuda o sin ella, la Tierra se encargará de ponernos a nosotros ─y al resto de las especies─ en nuestro sitio, no una, sino muchas veces. Siempre ha sido así desde el comienzo de la vida, y siempre será así por los siglos de los siglos.
En resumen, que me reitero en lo que dije al comenzar el post: una de las mejores novelas de ciencia ficción que leído en los últimos tiempos.
P.D.: ¿Por qué no hay una reseña de What does a martian look like? en este blog? Porque no acabé de leerlo. Pese a su interesante propuesta el libro se pone muy plasta repitiendo una y otra vez los mismos argumentos. Con la mitad de páginas habría resultado un gran libro, pero tal como está no pude acabarlo. Igual si tenéis más paciencia que yo...
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