Mateo Renaldus Colombus (c. 1516-1559) fue un profesor de anatomía y prestigioso cirujano de la Universidad de Padua cuya obra, De re anatomica, recoge sus descubrimientos, entre los que caben citar la circulación pulmonar, varios detalles anatómicos del corazón y las arterias, así como la localización exacta del cristalino del ojo. Y además otro. Otro descubrimiento que emula al de su tocayo en alcance y trascendencia siendo, sin embargo, infinitamente más pequeño y mucho más próximo que el continente que aquél descubrió. Mateo Renaldo Colón descubrió ni más ni menos que el clítoris. «¿Cómo que descubrió el clítoris? ¿De qué estás hablando?», os estaréis preguntando. Y yo comparto vuestra perplejidad. Si ateniéndonos a lo que nos explica Episcophagus las mujeres llevan sacando lustre a la pipa del coño desde antes de aprender a caminar erguidas por las sabanas africanas de comienzos del Pleistoceno, ¿qué carajo quiere decir que este fulano descubrió el clítoris nada menos que en el siglo XVI? Bueno, también cuando Colón pisó América estaba llena de gente y nadie se ruboriza en afirmar que Colón "descubrió" América. Además, desde que los aqueos invadieron Grecia 1800 años antes de que el presunto nacimiento de otro fulano nos complicase considerablemente la vida, el antiguo matriarcado fue sustituido por un férreo patriarcado y la mujer pasó a un segundo o tercer plano (con contadas, aunque notables, excepciones) hasta quien dice antesdeayer. En el siglo XVI incluso se dudaba de que tuviese alma (lo que, connotaciones religiosas aparte, quería decir básicamente inteligencia). Así que no es de extrañar que los hombres a esas alturas no tuviesen ni pajolera idea del susodicho botón de la risa. Y el bueno de Mateo nos abrió los ojos.
El librito en cuestión, corto, simpático y muy bien escrito, es una novelización del gran descubrimiento de este otro Colón. Un relato de amor y tragedia, de ciencia e Inquisición, de Papas corruptos y putas de lujo, que nos transporta a la Italia del Renacimiento. La historia mezcla verdad y ficción combinando hechos reales con intenciones inventadas, todo ello trufado con las propias palabras de Mateo Colón, directamente extraídas de su De re anatomica. A mí me ha gustado mucho y la recomiendo.
NOTA PARA ALEX: Sí, hay escenas guarras.
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