«¿¿Cómorrr?? ¿¿Una novela del Martin que no conozco?? ¡¡Quietorrr!! ¿¿Cuándo ha salido, que no me he enterado...?? Voy corriendo a la librería. ¡¡Al ataquerrr!!» Un momento, un momento... Que no cunda el pánico. No corráis ni empecéis a bucear por internet hasta que os explique.
No se trata de una nueva entrega de La canción de hielo y fuego. La nueva entrega se va a titular algo así como Vientos de invierno (cuidado, el enlace contiene spoilers) y ni está ni se la espera al menos hasta 2014, según su autor (je, je, je...).
«¿Y entonces... para qué esta entrada? ¿No comentó ya Sara lo que va de saga hasta el momento?» Y en una magnífica entrada, por cierto, en la que fue capaz de contar sin contar. Así es. Pero no me he podido resistir a comentar esta masterpiece del friquismo.
Os pongo en antecedentes para los que no lo sepáis. A mitad de escritura del cuarto tomo Martin se dio cuenta de que no le iba a caber todo lo que quería contar, que le iba a salir un libro descomunal y que aquello había que partirlo de alguna manera. Consideró dos opciones. La primera, la obvia, dividir la narración en dos partes temporalmente consecutivas. Esta no le gustó porque la historia no tiene una partición buena sin que se quede “a medias”. La segunda, que fue la que adoptó, fue hacer el mismo recorrido cronológico dos veces pero usando distintos personajes. Eligió un puñado de los menos importantes y así nació Festín de cuervos. Después retomó los principales y escribió Danza de dragones, que además de hacer un replay prolonga la historia un tanto más allá de donde se queda tras Festín de cuervos. Esta es la versión oficial que cuenta Martin en sus libros. Yo no me la creo, pero volveré a eso más adelante.
Sea como fuere los friquis del mundo que beben de esta saga sintieron una perturbación en la fuerza ante semejante desatino y empezaron a elucubrar sobre cómo reconstruir lo que hubiera sido el libro original —o lo que más se le pueda aproximar—. Sesudos estudios de la cronología de ambos libros llenaron foros y blogs, y de ellos surgió una propuesta para imbricar ambos libros en un único tomo reader-friendly. Merece la pena leer la justificación casi axiomática que Sean T. Collins ofrece de su propuesta (cuidado: tiene otra en su blog para lectores veteranos, esto es, que ya hayan leído los dos libros, que está llena de spoilers). Pero no termina aquí la cosa (el friquismo es el jardín de los senderos que se bifurcan). Hete aquí que aparece alguien que ha elaborado un ebook (¡qué grandes son los ebooks por las inmensas posibilidades que ofrecen!) combinado que implementa verbatim la propuesta de Collins, creando así el volumen 4,5 de la saga, que subsume Festín de cuervos y Danza de dragones. Y claro, hay que darle un nombre. ¿Cuál? Os traduzco el párrafo final de la página “Inspiración” del blog, en la que el autor del combinado nos explica la elección del título:
Cuando me hice con Baile de bestias para leer los dos tomos que me quedaban de Canción de hielo y fuego decidí que esto merecía una entrada en el blog. Aunque sólo contuviera esto, porque realmente no había nada que añadir a la entrada de Sara. Pero me equivoqué. La lectura me ha deparado una desagradable sorpresa que voy a aprovechar a compartir con vosotros aquí. Nada que objetar a esta versión reader-friendly. Pensando restrospectivamente es la única forma razonable de leer este tocho. Es el contenido lo que me ha defraudado.
Tormenta de espadas había dejado el listón muy alto. Para mí, después de Juego de tronos, es el mejor el mejor libro de la saga. Era difícil hacer algo que estuviera a la altura. Pero lo que ha resultado este volumen 4,5 es un perfecto anticlímax. Me recuerda los sketchs de José Mota: “...y luego hubo un rato en que no pasó ná”. Sólo que el rato, aquí, son casi 2000 páginas. No llegan a una cuarta parte del libro los capítulos que resultan interesantes, que avanzan la trama o que ahondan en uno de los personajes relevantes.
Dejadme que os cuente mi conjetura de lo que realmente llevó a la partición del cuarto tomo en dos. El tercero ya padeció una considerable hipertrofia de personajes. No importaba porque todo lo que ocurría era interesante, pero según lo iba leyendo no podía dejar de pensar en lo complicado que le iba a resultar a Martin salir del pantanal que él mismo estaba construyendo. No en vano lo que se proyectó como trilogía pasó a pentalogía y ya va por heptalogía. Y ese pantanal fue lo que se encontró al empezar la escritura del cuarto volumen de la serie. Así que la cosa se fue de madre y, bien sea porque la editorial le dijo que el tochaco que estaba saliendo tenía que partirse (por razones comerciales, qué si no), bien porque apremiaban con los plazos para sacar provecho del público cautivo que había creado el tercer tomo, el caso es que Martin tomó la decisión salomónica que ya os he contado. Pero claro, los personajes mindundis no dan para un libro, así que hay que meter paja: más personajes chorras, historias que carecen de interés, paseos de acá para allá por todo Poniente (y no sólo por Poniente, también por todo el amplio mundo que hay al este del Mar Angosto). Al mismo tiempo Martin aprovecha (¿por qué no?, ya puestos...) a explicarnos con lujo y detalles ese mundo del que ya se editan mapas cartográficos a todo color. El tomo cuarto es un coñazo. Sin paliativos. Y el quinto se salva un poco hacia el final. Pero el efecto combinado, el libro que debió ser y no fue, resulta en global un truño que cuesta leer. Acabas odiando determinados personajes y deseando que los maten, que se caigan a un pozo y se ahoguen, que les dé un infarto... lo que sea con tal de que dejen de salir, capítulo tras capítulo, a rellenar páginas. Te hartas de descripciones prolijas de ciudades, de ropa, de comida, ¡de escudos heráldicos! (los malditos blasones que Martin se corre describiendo: el venado rampante, el hombre desollado, el pez saltando del río, el puercoespín dando por culo a una cabra, ¡yo qué sé, y además no me importa un carajo!).
A mi juicio, la Canción de hielo y fuego se ha metido en un callejón sin salida. La superabundancia de personajes para rellenar ha complicado la trama hasta un nivel que a Martin se le ha ido de las manos. Más personajes significa muchas combinaciones entre ellos, y la combinatoria es peligrosa. La Canción de hielo y fuego se ha convertido en un algoritmo NP, y creo que su autor no se ha dado cuenta. Y ni siquiera creo que pueda arreglarse a la Martin: matando personajes. ¡Hay demasiados!
Os aviso: no esperéis ver el final de esta historia. Terminarla requiere un tiempo no polinómico y Martin tiene 61 años, ha tardado 5 en escribir el último libro (en realidad medio-libro), no estima acabar el próximo hasta 2014, que ya será 2015, y para colmo está metido en la escritura de guiones para la serie homónima. Por no hablar de que está podrido de dinero y que escribe para su propio disfrute (y hace bien), así que tardar más o menos se la pela.
Aun así, como dice Sara, me leeré el sexto tomo cuando salga. Será cabrón...
Os pongo en antecedentes para los que no lo sepáis. A mitad de escritura del cuarto tomo Martin se dio cuenta de que no le iba a caber todo lo que quería contar, que le iba a salir un libro descomunal y que aquello había que partirlo de alguna manera. Consideró dos opciones. La primera, la obvia, dividir la narración en dos partes temporalmente consecutivas. Esta no le gustó porque la historia no tiene una partición buena sin que se quede “a medias”. La segunda, que fue la que adoptó, fue hacer el mismo recorrido cronológico dos veces pero usando distintos personajes. Eligió un puñado de los menos importantes y así nació Festín de cuervos. Después retomó los principales y escribió Danza de dragones, que además de hacer un replay prolonga la historia un tanto más allá de donde se queda tras Festín de cuervos. Esta es la versión oficial que cuenta Martin en sus libros. Yo no me la creo, pero volveré a eso más adelante.
Sea como fuere los friquis del mundo que beben de esta saga sintieron una perturbación en la fuerza ante semejante desatino y empezaron a elucubrar sobre cómo reconstruir lo que hubiera sido el libro original —o lo que más se le pueda aproximar—. Sesudos estudios de la cronología de ambos libros llenaron foros y blogs, y de ellos surgió una propuesta para imbricar ambos libros en un único tomo reader-friendly. Merece la pena leer la justificación casi axiomática que Sean T. Collins ofrece de su propuesta (cuidado: tiene otra en su blog para lectores veteranos, esto es, que ya hayan leído los dos libros, que está llena de spoilers). Pero no termina aquí la cosa (el friquismo es el jardín de los senderos que se bifurcan). Hete aquí que aparece alguien que ha elaborado un ebook (¡qué grandes son los ebooks por las inmensas posibilidades que ofrecen!) combinado que implementa verbatim la propuesta de Collins, creando así el volumen 4,5 de la saga, que subsume Festín de cuervos y Danza de dragones. Y claro, hay que darle un nombre. ¿Cuál? Os traduzco el párrafo final de la página “Inspiración” del blog, en la que el autor del combinado nos explica la elección del título:
«¿Por qué Baile de bestias? Bueno, para ser totalmente franco, he tenido en cuenta las convenciones que usa Martin para los títulos del resto de la serie. Los únicos dos libros que no contienen la preposición “de” [“of” en inglés] son “Festín de cuervos” y “Danza de dragones” [“A Feast for Crows” y “A Dance with Dragons” en la versión original; en castellano se ha alterado la denominación de estos libros precisamente para seguir la convención de los títulos anteriores]. Esta convención incluye el próximo tomo 6 (“Vientos de invierno”) [“The Winds of Winter” en versión original]. Me llamó la atención que los dos volúmenes que dividió tenían una preposición diferente, así que tenía perfecto sentido que un volumen combinado retornase al “de”. El resto del nombre es muy simple. A la vez que mantenía la aliteración sugerida por “Choque de reyes” y “Tormenta de espadas” [“A Clash of Kings” y “A Storm of Swords” en original; en castellano la aliteración se ha perdido en la traducción], tuve en cuenta “festín” [“feast” en inglés, que es más bien “fiesta”] y “danza” y pensé que sonaba como un viejo baile medieval, con copiosas cantidades de comida y gente bailando. Por otro lado, tanto los cuervos como los dragones son tipos de bestias. He ahí el razonamiento simplista que hay detrás de “Baile de bestias” [“A Ball of Beasts”].¿No es genial?
Cuando me hice con Baile de bestias para leer los dos tomos que me quedaban de Canción de hielo y fuego decidí que esto merecía una entrada en el blog. Aunque sólo contuviera esto, porque realmente no había nada que añadir a la entrada de Sara. Pero me equivoqué. La lectura me ha deparado una desagradable sorpresa que voy a aprovechar a compartir con vosotros aquí. Nada que objetar a esta versión reader-friendly. Pensando restrospectivamente es la única forma razonable de leer este tocho. Es el contenido lo que me ha defraudado.
Tormenta de espadas había dejado el listón muy alto. Para mí, después de Juego de tronos, es el mejor el mejor libro de la saga. Era difícil hacer algo que estuviera a la altura. Pero lo que ha resultado este volumen 4,5 es un perfecto anticlímax. Me recuerda los sketchs de José Mota: “...y luego hubo un rato en que no pasó ná”. Sólo que el rato, aquí, son casi 2000 páginas. No llegan a una cuarta parte del libro los capítulos que resultan interesantes, que avanzan la trama o que ahondan en uno de los personajes relevantes.
Dejadme que os cuente mi conjetura de lo que realmente llevó a la partición del cuarto tomo en dos. El tercero ya padeció una considerable hipertrofia de personajes. No importaba porque todo lo que ocurría era interesante, pero según lo iba leyendo no podía dejar de pensar en lo complicado que le iba a resultar a Martin salir del pantanal que él mismo estaba construyendo. No en vano lo que se proyectó como trilogía pasó a pentalogía y ya va por heptalogía. Y ese pantanal fue lo que se encontró al empezar la escritura del cuarto volumen de la serie. Así que la cosa se fue de madre y, bien sea porque la editorial le dijo que el tochaco que estaba saliendo tenía que partirse (por razones comerciales, qué si no), bien porque apremiaban con los plazos para sacar provecho del público cautivo que había creado el tercer tomo, el caso es que Martin tomó la decisión salomónica que ya os he contado. Pero claro, los personajes mindundis no dan para un libro, así que hay que meter paja: más personajes chorras, historias que carecen de interés, paseos de acá para allá por todo Poniente (y no sólo por Poniente, también por todo el amplio mundo que hay al este del Mar Angosto). Al mismo tiempo Martin aprovecha (¿por qué no?, ya puestos...) a explicarnos con lujo y detalles ese mundo del que ya se editan mapas cartográficos a todo color. El tomo cuarto es un coñazo. Sin paliativos. Y el quinto se salva un poco hacia el final. Pero el efecto combinado, el libro que debió ser y no fue, resulta en global un truño que cuesta leer. Acabas odiando determinados personajes y deseando que los maten, que se caigan a un pozo y se ahoguen, que les dé un infarto... lo que sea con tal de que dejen de salir, capítulo tras capítulo, a rellenar páginas. Te hartas de descripciones prolijas de ciudades, de ropa, de comida, ¡de escudos heráldicos! (los malditos blasones que Martin se corre describiendo: el venado rampante, el hombre desollado, el pez saltando del río, el puercoespín dando por culo a una cabra, ¡yo qué sé, y además no me importa un carajo!).
A mi juicio, la Canción de hielo y fuego se ha metido en un callejón sin salida. La superabundancia de personajes para rellenar ha complicado la trama hasta un nivel que a Martin se le ha ido de las manos. Más personajes significa muchas combinaciones entre ellos, y la combinatoria es peligrosa. La Canción de hielo y fuego se ha convertido en un algoritmo NP, y creo que su autor no se ha dado cuenta. Y ni siquiera creo que pueda arreglarse a la Martin: matando personajes. ¡Hay demasiados!
Os aviso: no esperéis ver el final de esta historia. Terminarla requiere un tiempo no polinómico y Martin tiene 61 años, ha tardado 5 en escribir el último libro (en realidad medio-libro), no estima acabar el próximo hasta 2014, que ya será 2015, y para colmo está metido en la escritura de guiones para la serie homónima. Por no hablar de que está podrido de dinero y que escribe para su propio disfrute (y hace bien), así que tardar más o menos se la pela.
Aun así, como dice Sara, me leeré el sexto tomo cuando salga. Será cabrón...
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