En una entrada antigua del blog José contaba su experiencia lectora
al leer La décima sinfonía. Como necesitaba resetear la mente
decidí leerla y la novela no está mal. No es para tirar cohetes
pero cuenta muchas anécdotas entretenidas en relación con la música
clásica. Así que decidí leerme otra del mismo autor (más bien
dos). La primera fue esta novela también ambientada en el mundo de
la música clásica.
Su contra portada:
Su contra portada:
La concertista española de violín Ane Larrazábal aparece estrangulada en el Auditorio Nacional de Madrid después de haber interpretado el Capriccio nº 24 de Paganini, la que se dice es la obra más difícil jamás compuesta para violín. El asesino ha dejado escrita en su pecho, con sangre de la propia víctima, la palabra iblis, que significa diablo en árabe. Su valioso instrumento, un Stradivarius que tiene tallada en la voluta la cabeza de un demonio, ha desaparecido. El jefe superior de Policía asigna el caso a Raúl Perdomo, uno de los investigadores más hábiles del cuerpo. Perdomo es muy crítico con los fenómenos paranormales, pero cuando empieza a sufrir extrañas y estremecedoras visiones que no logra explicarse, decide recurrir a los servicios de una parasicóloga. Su intervención será clave para descubrir la identidad del asesino.
En esta obra su autor mezcla el mundo
de la música con otro más peregrino: el de los medium. Esta vez el
elegido es Paganini y en particular un violín Stradivarius que
perteneció al compositor italiano y que estaba en manos de la
virtuosa violinista asesinada. La trama no se sostiene mucho, yo diría que es incluso más floja que
su opera prima. Más aún si tenemos en cuenta el protagonismo que le
da Gelinek (o deberíamos llamarle Máximo Pradera) a la vidente. La
novela en general es entretenida, y si te gusta la música clásica
(que es mi caso) se hace muy llevadera. Tiene muchas incursiones en
la vida de Paganini y otras figuras del panorama musical. Algunos
personajes están bien dibujados, pero otros dejan mucho que desear.
Resumiendo, un libro entretenido, pero si no os gustó el primero (La
décima sinfonía) mejor dejarlo en la estantería.
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