Hoy retorna Susanna a este blog, pero esta vez no como comentarista (tarea que, a lo que parece, dejó tras su reseña de 2666), sino como autora; como coautora más bien, junto a Damián Zanette (también conocido de algunos seguidores del blog), de este ensayo de divulgación subtitulado Sobre nuestra herencia cultural y biológica. Un libro que fue galardonado con el Premio Europeo de Divulgación Científica Estudi General, en su XVIII edición de 2012. Ahí es ná...
El libro tiene dos lecturas. La primera, la que podríamos llamar «lectura humanística», es la que explica el subtítulo: trata de la herencia humana, de todo el legado que proviene de nuestro ancestros, social, cultural y biológico; de cómo y en qué condiciones nos llega, y de cómo éste nos define indiviualmente y a la vez nos iguala a todos los seres humanos. En sus cuatro capítulos, sobre los nombres y apellidos, sobre los (errónemanente llamados) árboles genealógicos, sobre los genes propiamente dichos y sobre las lenguas, se analizan estos cuatros aspectos que se transmiten generación tras generación. Y de ellos aprendemos muchos hechos curiosos, algunos conocidos, otros sorprendentes, pero sobre todo los autores nos hacen notar que, pese a las diferencias de detalle, los mecanimos de transmisión presentan una enorme similitud.
La segunda lectura, la que podríamos llamar «lectura científica» —y la que más me gusta a mí—, muestra cuatro dinámicas evolutivas, tan sólo una de las cuales es biológica. Aunque por diferentes mecanismos, los cuatro procesos presentan replicación, extinción, mutación y selección, cuatro ingredientes que definen, en abstracto, un proceso dinámico evolutivo. Y es entonces, al hacer este planteamiento cuantitativo de los cuatro procesos, cuando apreciamos en toda su plenitud la universalidad del proceso que subyace y el origen de los patrones emergentes comunes que se observan en todos ellos. Es también gracias a este planteamiento cuantitativo que uno puede responder preguntas concretas: ¿cuántos apellidos había originalmente?, ¿cuántas «mutaciones» deben ocurrir para que se mantenga la diversidad de apellidos?, ¿cuántos genes de Gengis Khan sobreviven en nosotros?, ¿cuántos antepasados comunes comparte un grupo de seres humanos?, ¿hay una lengua madre de la que proceden todas las demás?, ¿cuándo hace que se dejó de hablar esa lengua madre? (o de manera más metafórica, ¿cuánto hace del “asuntillo” aquél en Babel?).
Es un libro muy interesante, de fácil lectura y muy ameno. Es también muy original porque, aunque es un libro que trata de evolución, no la enfoca como suelen hacerlo otros libros (Darwin aparece muy poco, y lo hace mayormente por aspectos no relacionados con su teoría): por primera vez, que yo haya visto, un ensayo divulgativo se plantea tratar el proceso dinámico en sí mismo, desligado de la biología (o de cualquier otra disciplina particular), atendiendo más a los elementos universales y los patrones emergentes comunes que a los detalles genéticos. La evolución es una dinámica universal; la selección natural, bajo ciertas premisas abstractas, es un teorema, no una observación; los mecanismos de mutación o de “deriva” son ubicuos y sus efectos también universales; y todo eso, normalmente, no se encuentra ni en los libros de texto. Así que el hecho de que un libro de divulgación se ocupe de destacar este aspecto y deje de lado tanto los detalles de la biología como la estéril polémica «evolución sí, evolución no», me parece un gran paso adelante.
En resumen, un libro sumamente recomendable, incluso para los que andáis ahora mismo tomando el sol sobre una tumbona. Y por cierto, para los que gustéis de leer en catalán, el libro tiene edición en esta lengua, anterior en un año a la castellana (adjunto su portada para que la veais).
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