Interesante y curioso cuento del autor de Moby Dick. Un abogado de Nueva York que tiene un despacho dedicado a la redacción de documentos legales y que cuenta con dos escribientes para ello, decide contratar un tercero porque tiene sobrecarga de trabajo. A la oferta se presenta un tipo un tanto anodino llamado Bartleby, a quien le da el puesto. Al principio todo va bien, y Bartleby, aunque poco sociable, hace su trabajo; pero cuando, terminada la redacción de su primer documento, el abogado lo llama para cotejarlo y revisarlo, Bartleby responde “preferiría no hacerlo”. Ni el estupor del jefe, ni sus peticiones de explicaciones, ni sus amenazas doblegan a Bartleby quien, tras explicarle que “preferiría no dar” las explicaciones que éste le pide para justificar su comportamiento, se sienta en su mesa y continúa con su quehacer. A partir de aquí la situación se vuelve más y más absurda. En contra de toda razón, el abogado no lo echa, en parte porque le da lástima, pero Bartleby se va haciendo fuerte, no solo en su postura, sino en la oficina: un día el abogado descubre que vive en ella. Bartleby deja incluso de trabajar porque “preferiría no hacerlo”. Y si absurda es la postura de Bartleby, más lo es la del abogado que, lejos de hacer lo que la lógica aconsejaría en este caso, va adoptando decisiones más y más grotescas con el fin de deshacerse de Bartleby.
El cuento, traducido por Borges al castellano, es uno de esos relatos universales que todo el mundo (menos yo hasta ahora) conoce. Está considerado un precursor de Kafka, de la literatura del absurdo y, según dicen los expertos, también del existencialismo. Nunca he sabido muy bien en qué consiste tal hallazgo filosófico, pero lo que sí os puedo decir es que kafkiano, el texto lo es de largo. Y ahora que lo he leído entiendo por qué le gustaba a Borges, por qué es tan universal y por qué merece la pena leerlo. Aunque la verdad es que no he dado con él siguiendo estas pistas, sino más bien porque la novela que quería leer: Bartleby y compañía, lo toma como punto de partida.
El cuento, traducido por Borges al castellano, es uno de esos relatos universales que todo el mundo (menos yo hasta ahora) conoce. Está considerado un precursor de Kafka, de la literatura del absurdo y, según dicen los expertos, también del existencialismo. Nunca he sabido muy bien en qué consiste tal hallazgo filosófico, pero lo que sí os puedo decir es que kafkiano, el texto lo es de largo. Y ahora que lo he leído entiendo por qué le gustaba a Borges, por qué es tan universal y por qué merece la pena leerlo. Aunque la verdad es que no he dado con él siguiendo estas pistas, sino más bien porque la novela que quería leer: Bartleby y compañía, lo toma como punto de partida.
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