(¡Qué verano de lecturas llevo!). Una policiaca. Ya he contado que no soy aficionado al género, pero cuando eché en la maleta el libro que estaba leyendo (muy avanzado) y otro que quería leer (muy corto), me pareció que no me iba a dar para 15 días y pillé uno rápidamente de la estantería; algo que pareciera una lectura de tumbona. Nada sesudo. Había leído recientemente a alguien (no sé si a Silva o a Volpi) que hablaba bien de Fred Vargas y me dije "¡Venga, va!".
Para los que penséis (como yo pensaba) que Fred Vargas es un autor chicano nacido en el Bronx o en algún barrio marginal de Los Ángeles os sacaré del error: se trata de una escritora francesa, parisina por más señas. Cuando lo descubrí me dije: "escritora de novela negra francesa; ¡Dios mío, qué he hecho!". Y sí, el libro es raro, porque todo lo que hacen los franceses es raro. Pero es raro en el mismo sentido en que lo es Delicatessen, un peliculón. Cuando llevas dos o tres capítulos de la novela te da la impresión de que los personajes encajarían muy bien en la aldea de Asterix. El detective es un friqui. Y la historia un tanto rocambolesca. Pero como en Delicatessen, eso es una buena parte del encanto. La novela se lee sola (así que después de todo me quedé corto y debí haber echado otro libro más a la maleta), la historia es buena y a los personajes les coges cierto cariño. Como a los de Asterix. Así que me he quedado con ganas de leer más historias del detective Jean-Baptiste Adamsberg (¡manda güevos!).
Para los que penséis (como yo pensaba) que Fred Vargas es un autor chicano nacido en el Bronx o en algún barrio marginal de Los Ángeles os sacaré del error: se trata de una escritora francesa, parisina por más señas. Cuando lo descubrí me dije: "escritora de novela negra francesa; ¡Dios mío, qué he hecho!". Y sí, el libro es raro, porque todo lo que hacen los franceses es raro. Pero es raro en el mismo sentido en que lo es Delicatessen, un peliculón. Cuando llevas dos o tres capítulos de la novela te da la impresión de que los personajes encajarían muy bien en la aldea de Asterix. El detective es un friqui. Y la historia un tanto rocambolesca. Pero como en Delicatessen, eso es una buena parte del encanto. La novela se lee sola (así que después de todo me quedé corto y debí haber echado otro libro más a la maleta), la historia es buena y a los personajes les coges cierto cariño. Como a los de Asterix. Así que me he quedado con ganas de leer más historias del detective Jean-Baptiste Adamsberg (¡manda güevos!).
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