viernes, 27 de julio de 2012

La biblioteca de los muertos, de Glenn Cooper

Glenn Cooper creció en Nueva York, se licenció en arqueología con mención honorífica por la Universidad de Harvard y en medicina por la Escuela de Medicina de la Tufts University. Actualmente, además de guionista y productor, es presidente de una empresa de biotecnología de Massachusetts. Eso nos dicen en megustaleer.com. No sé qué tal arqueólogo, médico, productor o presidente será Cooper, pero en mi opinión debería explorar más esos ámbitos (para los que se ha formado y/o que le dan beneficios) y dejar estar la literatura...

Estamos ante un novelón para ratos en los que queramos funcionar con un par de neuronas, para el duermevela, para la playa mientras pensamos en otra cosa. El relato se articula en torno a tres historias que suceden en tres momentos y lugares diferentes. Bretaña, año 777. Nace Octavus, un séptimo hijo de un séptimo hijo que, por esa condición cabalística, carga con el estigma de ser maldito y traer desgracia. Su madre muere en el parto y su padre se deshace de él pronto, dejándolo a cargo de unos monjes. Todavía en su infancia, Octavus empieza a escribir nombres y fechas, aparentemente sin sentido, hasta que uno de los nombres corresponde al abad y la fecha resulta ser el día de su muerte. Se funda entonces la Orden de los Nombres, a la que pertenecen los descendientes de Octavus y los escogidos monjes que cuidan de las listas que aquellos producen: siguen anotando nombres y fechas hasta que, varios siglos después, se suicidan síncronamente. Nueva York, 2010. Se han producido varias muertes un tanto misteriosas, unidas por el hecho de que todas las "víctimas" habían recibido en los días anteriores una macabra postal con un ataúd y la fecha de su próximo deceso. Isla de Wight, 1947. Un equipo de arqueólogos investiga los restos de una zona conventual medieval y descubre unas enormes estancias subterráneas tapizadas de libros (lo que vendría siendo una biblioteca, vamos). Las dos primeras historias ocupan la mayor parte del libro, mientras que la última sirve, en cierto modo, de ligazón entre ellas.

Los personajes de esta larga historia son planos, carentes de complejidad en cualquier faceta que exploremos, tanto como las estereotipadas y superficiales relaciones que mantienen. Las tres historias se entrelazan de forma bastante obvia y se desarrollan prácticamente según lo que uno puede prever (ya desde el resumen que acabo de hacer, que se averigua en las primeras páginas y del que puede deducirse el devenir de la historia). En ocasiones me encontré pensando "a ver cuándo pasa esto que tiene que pasar", mientras el autor se entretenía (que no me entretenía) desgranando diálogos de enojante simplicidad y descripciones que resultan lugares comunes de la literatura de entretenimiento. Hasta que ¡zas! lo que "tenía que pasar" pasaba.

Si no fuera porque estamos pasándonos al libro digital a marchas forzadas, este sería otro volumen para calzar mesas: al final resulta moderadamente entretenido, pero innecesariamente largo y predecible. Personalmente perdono la duración, pero la predictibilidad es algo que detesto. Aún así, como soy de natural, más que perseverante, obsesivo, resistí hasta el final, por si el Sr. Cooper se había guardado algún as en la manga. Pero nones: todo fue según lo aburridamente previsto. Si tenéis curiosidad os cuento el desenlace. Pero ahorraos la lectura del tomo.

2 comentarios:

  1. Me encanta el comentario que has hecho sobre este libro, y no puedo estar más de acuerdo contigo.

    He de reconocer que me lo terminé porque estaba pasando unos días fuera de España y no tenía acceso a más libros en castellano.

    No obstante, al terminar de leerlo me entró una extraña sensación de esperanza; si Glen Cooper puede escribir y publicar, cualquiera puede hacerlo.

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  2. Gracias, Francisco. No pasa de ser mi opinión personal, sesgada y condicionada por mis lecturas previas. Pero tienes razón: tras esta novela no deberíamos desanimar a nadie sobre sus posibilidades de ser escritor.

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