Apuesto a que la mayor parte de lectores de este blog sabe que los magos sólo hacen trucos de magia. No tienen poderes sobrenaturales ni leen la mente de sus incautos espectadores, no pueden violar las leyes de la naturaleza y hacer que sus ayudantes leviten, no son capaces de desaparecer (ni ellos ni partes de ellos o de otros) ni pueden teleportar naipes desde la chistera al interior de un limón. Pero hay algo que sí pueden hacer, y que yo he descubierto leyendo este libro: son maestros en desviar nuestra atención y aprovechar todos los fallos (de hardware y de software) de nuestra humilde y limitada percepción sensorial.
Stephen L. Macknik y Susana Martínez-Conde, neurocientíficos en el Instituto Neurológico Barrow de Phoenix (y matrimonio) desvelan por qué los trucos de los magos funcionan y de qué forma son capaces de violar (aparentemente) la causalidad, aprovechando para ello un buen número de rutinas de nuestra percepción. Mucho de lo que explican se puede poner en el contexto evolutivo (aunque en este libro no se profundiza en este aspecto), y los que hayáis leído a Ramachandran, por ejemplo, os encontraréis con viejos amigos, como las neuronas espejo, la sinestesia, las experiencias extracorpóreas o el efecto buba-kiki. Y también tropezaréis con la ilusión (falsa) de la elección, como tan bien ilustró en otro contexto Ariely. Estas adaptaciones, que tan útiles nos resultan en situaciones cotidianas (donde prima la continuidad, la lógica causal que hemos aprendido a fuerza de repeticiones y la correlación entre el foco de atención y el lugar donde sucede la acción) nos desarman en manos del mago. Es interesante, por ejemplo, que solo hay cierto tipo de trucos que funcionan con niños menores de cinco años, poseedores de un cerebro mucho menos rígido que el de los adultos.
El libro es un delicioso relato de magos, trucos, neurociencia, arte y espectáculo y pequeñas píldoras históricas. Hay una página web donde pueden verse varios vídeos con demostraciones que llevan a cabo magos interesados en neurociencia y explicaciones de trucos, así como de los mecanismos cerebrales que permiten que funcionen. Os recomiendo el primer vídeo, donde se resume la esencia de este libro y uno puede sorprenderse con el arte en el robo de Apollo Robbins, entre otros. Aunque tras leer el libro uno aprende los principios de unos cuantos trucos, sigue siendo incapaz de detectarlos cuando los magos son buenos (y los que podéis ver en los vídeos lo son). De alguna forma, saber el truco hace que la magia resulte todavía más fascinante, y éste es un punto que defienden los autores: a pesar del secretismo que exigen algunas asociaciones de magos, ellos mantienen que descubrir los trucos no destruye la magia. Me recuerda a la anécdota de Richard P. Feynman a propósito de si conocer los principios de la materia que constituye una flor destruye su belleza: "All kinds of interesting questions which the science knowledge only adds
to the excitement, the mystery and the awe of a flower. It only adds. I
don't understand how it subtracts."
He aquí un libro más que recomendable. Para los que desconocen las muchas "trampas" en las que caen nuestros sentidos, este libro puede ser una entrada amena y rigurosa en el conocimiento de las limitaciones de nuestra percepción, de los engaños de la cognición y del origen de nuestra predisposición a creer. Para los que ya os habéis iniciado en las neurociencias, Los engaños de la mente (Eds. Destino) supondrá un fresco y probablemente nuevo punto de vista. Leedlo y disfrutad.
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