Es posible que Roald Dahl sea hoy más conocido por su literatura infantil que por sus relatos para adultos, pero su contribución en este aspecto es bastante más abundante y, desde luego, muy original. Dahl es uno de esos autores de cuentos que buscan entretener por encima de todo. Hace años, Televisión Española repuso una serie antigua que se titulaba Alfred Hitchcock presenta. Eran historias cortas que conectaban bien con el mundo de Hitchcock: tenían algo de intriga, suspense, sorpresa y una buena dosis de humor negro. Episodios famosos de aquella serie fueron el de la señora que mata a su marido con una pierna de cordero congelada y luego se la da a cenar a la policía (y de la que luego Almodóvar hizo una versión castiza, con un hueso de jamón y un caldo, en Qué he hecho yo para merecer esto), u otra en la que un tipo se apuesta un dedo de la mano y que luego Tarantino elaboró en Four rooms. Pues bien, tanto esas como otras que aparecían en aquella serie estaban basadas en relatos de Roald Dahl (las dos mencionadas, en concreto, aparecen en la muy recomendable recopilación Relatos de lo inesperado).
El libro que traigo hoy contiene cuatro relatos, todos ellos relacionados, de un modo u otro, con el sexo. Aunque el sexo es el leitmotiv de esta recopilación, no puede decirse que se trate de literatura erótica. En estos relatos, como en todos los de Dahl, se mezclan imaginación, bastante humor (principalmente negro) y, sobre todo, el elemento sorpresa, el final inesperado (auténtica firma de la casa). Dos de ellos están “extraídos” de las memorias de un personaje, el tío Oswald, cuyas andanzas darán más tarde para toda una novela homónima —que seguramente acabará apareciendo en este blog—, creo que la única que escribió Roald Dahl. El tío Oswald ha desaparecido por Oriente sin dejar rastro, y el último relato de sus memorias —y primero del libro— podría dar alguna clave... En los otros tres relatos podemos leer sobre dos amigos que deciden intercambiar sus mujeres sin que ellas lo sepan (el cuento que da título a la recopilación); sobre una mujer que intenta sobreponerse a la muerte de su amado esposo y acaba encontrándose con el novio que abandonó por él, y de nuevo sobre el tío Oswald y su búsqueda del perfume irresistible.
Literatura sencilla, muy refrescante y con gancho, que, por presentarse en el formato de relato corto, resulta particularmente recomendable en momentos en que la cabeza no te da para lecturas más sesudas. Pero no os engañéis, no es pulp fiction.
El libro que traigo hoy contiene cuatro relatos, todos ellos relacionados, de un modo u otro, con el sexo. Aunque el sexo es el leitmotiv de esta recopilación, no puede decirse que se trate de literatura erótica. En estos relatos, como en todos los de Dahl, se mezclan imaginación, bastante humor (principalmente negro) y, sobre todo, el elemento sorpresa, el final inesperado (auténtica firma de la casa). Dos de ellos están “extraídos” de las memorias de un personaje, el tío Oswald, cuyas andanzas darán más tarde para toda una novela homónima —que seguramente acabará apareciendo en este blog—, creo que la única que escribió Roald Dahl. El tío Oswald ha desaparecido por Oriente sin dejar rastro, y el último relato de sus memorias —y primero del libro— podría dar alguna clave... En los otros tres relatos podemos leer sobre dos amigos que deciden intercambiar sus mujeres sin que ellas lo sepan (el cuento que da título a la recopilación); sobre una mujer que intenta sobreponerse a la muerte de su amado esposo y acaba encontrándose con el novio que abandonó por él, y de nuevo sobre el tío Oswald y su búsqueda del perfume irresistible.
Literatura sencilla, muy refrescante y con gancho, que, por presentarse en el formato de relato corto, resulta particularmente recomendable en momentos en que la cabeza no te da para lecturas más sesudas. Pero no os engañéis, no es pulp fiction.
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